Por Elsie Carbó
Este domingo siete de abril se romperá el corojo. Como nunca antes ha sucedido en este archipiélago, habrá una marcha multitudinaria en defensa de los derechos de los animales.
Lograr visibilidad ante el mundo es el objetivo que mueve a miles y miles de protecionistas y amantes de los animales de todo el país, porque igual vendrán de otras provincias al conjuro de esta convocatoria inusual, la primera que se realiza con autorización estatal y beneplácito de muchos, que aunque no puedan estar presentes, al menos sienten el regocijo de saber que poco a poco se derriban los muros que por tantos años han ignorado a los animales.
No será un post largo ni cargado de elogios, es solo para decir que la alegría llena los corazones de quienes durante muchos años han cuidado, rescatado y alimentado animales abandonados, callejeros y en desgracia, y hoy surge un rayo de esperanza al ver la respuesta de esta parte de la sociedad que lucha por una vida mejor para ellos y está dispuesta a colaborar en lo que sea para lograr su propósito.
Felicidades a todos los que se darán la mano este dominso en la gran avenida de 23, desde su punto oficial de salida que es en la heladería Coppelia, en camino por 23 hasta el cementerio de Colón donde se encuentra la tumba de la norteamericana Jeannette Rider, fundadora del Bando de Piedad en Cuba en el siglo pasado, y a quien está dedicada esta peregrinación por los derechos de los Animales. Que bien se merece esta fiesta de amor y reconocimiento humano, porque luchar por los animales es luchar por la vida también.
Los transeuntes podrán apreciar el ingenio en la elaboración de carteles con lemas asociados a las actividades de los animales, ropas de vestir alegóricas al tema, adornos con los que se llevan las mascotas, y ellas, en primer orden, abriendo la marcha para hacer de este domingo algo especial para todos.
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