Por Elsie Carbó
grillosazules@gmail.com
Es impresionante como tantas personas viven en el limbo respecto a la violencia que nos rodea, o sería mejor decir en la ignorancia, porque me estoy refiriendo a todo tipo de violencia, no solo a la que se genera en una pelea donde alguno de los contendientes muere apuñalado, sino de ese otro crimen doméstico que está ocurriendo a diario frente a nuestros ojos contra todos los seres vivos que habitan en la casa.
Es lamentablemente cierto que hay quienes desconocen que esa palabra, señores, es más que un adjetivo desagradable y abren desmesuradamente los ojos cuando se enteran de que un padre violó a la hija en algún remoto lugar del país, u otro desmembró a un gato por el simple placer de verlo maullar. Los ejemplos sobran y aunque soy de las que no me gusta ver ciertas imágenes horrendas que se publican a diario, también se que lo que no se sabe es como si no existiera, y las cosas hay que enfrentarlas tal y como son, de lo contrario, volteo la cara, o subo los cristales, para vivir sin saber.
Y yo me pregunto, somos cómplices por saberlo y no hacer nada para evitarlo? Es mejor seguir de largo para no vernos en el engorroso problema de ayudar o denunciarlo? Sobre estas interrogantes hay varias respuestas, sin embargo las causas hay que buscarlas mucho más allá de la epidermis del fenómeno. Voy a enumerar dos: Una es el temor a la represalia que se pudiera sufrir por actuar en defensa de la mujer a la que el marido le pega una golpiza, y la otra es la falta de confianza en las instituciones que deben velar por el orden si usted acude a denunciar a un individuo que ha torturado a un animal.
La violencia doméstica generalmente afecta a los más indefensos, a los niños y a los animales y es de manera frecuente. Por suerte ya en nuestra sociedad se toman medidas drásticas y permanentes para defender de esta calamidad a las mujeres, a los niños y a los ancianos, sin embargo no ocurre así con los animales, y en esto quiero hacer hincapié pues no por gusto es que se está planteando muy fuertemente el tema de una Ley que proteja los derechos de los animales, por considerar que hemos llegado al límite de la injusticia y el maltrato.
Se sabe que de esos adultos que descuidan las necesidades más básicas de un animal o lo lastiman, muy probablemente también lo harán con sus hijos, como una cadena que se repite una vez tras otra como una contaminación hereditaria. Por supuesto que este tipo de personas saben muy bien que maltratar a un niño en la calle le puede traer problemas, o sea, no causa denuncia como el maltratar a un animal públicamente.
Algunas investigaciones por países han arrojado cosas interesantes, ignoro si tenemos en Cuba cifras que analicen sobre el maltrato animal en las edades tempranas para motivar alertas que indiquen el potencial de peligrosidad que podríamos tener, pero por ejemplo en otros países y pongo de ejemplo la ciudad de New Jersey, donde de 57 familias que se encuentran en terapia por maltrato a menores, en el 88 por ciento se ha detectado que comenzaron maltratando y torturando a sus mascotas.
Otro caso que expongo es de 23 familias británicas acusadas por maltrato o descuido a sus animales, tales como no darles agua o comida, mantenerlos encerrados y sin atención médica, se detectó por un grupo de investigadores que los hijos estaban en riesgo también. Y por último en un estudio practicado a mujeres golpeadas por sus maridos encontraron que un 57 por ciento de ellas habían declarado que sus parejas primero habían golpeado y matado a sus mascotas.
Y esto me lleva a contarles una vivencia personal que tengo a pocos metros de mi casa donde existe una familia disfuncional en la cual es la mascota quien paga los platos rotos cada vez que hay una trifulca doméstica, la dejan días y días amarrada a una reja a la intemperie sin agua ni comida, con el consiguiente escándalo de ladridos en la noche sin que el vecindario pueda dormir, y esto me lleva a la pregunta: Se puede denunciar un caso así? Existen leyes que castiguen esta crueldad doméstica?
Mientras que el abuso a los animales es una señal de alerta que indica un inminente maltrato infantil, los padres no son siempre los que maltratan a los animales, existen suficientes ejemplos en nuestras calles de que los niños y los jóvenes son maltratadores activos en la sociedad, herederos universales de eso que han visto en sus casas, probablemente repitiendo una lección aprendida, tal como se lo han escuchado y han hecho sus padres cuando reaccionan al enojo o a la frustración con violencia y esta violencia recae en el único miembro de la familia más vulnerable: el perro.
Se convierte en algo así como un bumerán donde de hecho, la violencia familiar es como una escuela donde los muchachos aprender para ejercer posteriormente el maltrato y probablemente en un futuro sean los más exquisitos asesinos, violadores y abusadores hacia otros seres más débiles que ellos: las mujeres, las niñas, los animales.
Los gobiernos que no le dan importancia a estos síntomas de maltrato y abuso en familia, sean perros, gatos, caballos, aves o cualquier otro tipo de ser viviente, nos exponen al peligro a todos, y es inaceptable que no lo penalizan como crimen que son en realidad, más que eso, una sociedad que ignore estas señales está sentada sobre un volcán, o una bomba de tiempo quizás, que no se sabe en qué momento podría estallar.