Quizás Pavlov llamó ‘reflejo condicionado’ a ese aire de felicidad en la cara de tu perro, pero ahora la ciencia parece haber descubierto algo que los amantes de los animales siempre hemos sabido.
De acuerdo con el profesor Nicholas Dodman, quien preside el equipo que investiga la conducta animal en la Escuela de Veterinaria Cummings de la Escuela de Medicina Tufts, y Dogs 101 y Cats 101 de Animal Planet, hasta hace muy poco los científicos habían subestimado la gama de emociones de los animales.
Dodman afirma que en la actualidad los científicos comprenden con claridad que los mamíferos experimentan emociones primarias como el miedo, la tristeza, la ira y la felicidad, y hasta emociones secundarias como los celos y la vergüenza – y también son capaces de comunicar esas emociones. Dodman dice que los perros hasta tienen sentido del humor y se ríen con una especie de chiflido. El científico describe un estudio que examina como la grabación de este sonido logra calmar a los perros recluidos en refugios para animales.
Señala que tiene sentido biológico y evolutivo que los animales experimenten una amplia gama de emociones y sean capaces de demostrarlas, igual que sucede en los humanos. En un artículo publicado por investigadores de la Universidad de Washington sobre ratas, la risa y la alegría, los autores describen como las ratas jóvenes vocalizan cuando se les hace cosquillas. Los científicos explican que esta risa “puede tener una relación evolutiva con la alegría de la risa en los niños cuando juegan en grupos”. Aclara que nuestras emociones pueden no ser exactamente análogas a las de los animales, pero ni siquiera las emociones humanas son todas iguales. “El modo en que dos hermanos experimentan la muerte de un padre puede no ser exactamente igual, pero ambos sienten tristeza”.
Cree que nuestra creciente aceptación de los animales como seres sensibles basadas en investigaciones científicas necesita motivar legislaciones que provean una mayor protección a los animales usados en los laboratorios, los circos y la industria del entretenimiento. Por ejemplo, un estudio del 2011 sobre los chimpancés y los trastornos del humor concluyó que “los chimpancés mostraron conductas similares al estrés postraumático y la depresión (en los humanos) en su principal criterio de diagnóstico, revelando la importancia de las consideraciones éticas sobre el uso de chimpancés en la experimentación científica y otras condiciones de cautiverio”. Y sobre cómo este conocimiento afecta a los humanos, señala que “aumenta el conocimiento de las personas sobre su lugar en el mundo de los mamíferos –como mamíferos únicos- pero mamíferos al fin y al cabo”.