FUENTE: MVZ. LUCIA P. M. UNAM
Esta patología también se conoce como: estereotipias o conductas compulsivas. Consiste en secuencias de movimiento que forman parte del comportamiento de mantenimiento normal de las mascotas como: acicalamiento, alimentación o locomoción, pero realizadas fuera de contexto y de forma repetitiva, exagerada, ritual y constante. Para que un comportamiento pueda considerarse compulsivo, la conducta debe ser realizada por el perro de forma pronunciada y excediendo la necesidad de manutención original, o bien que llegue a interferir con el resto del repertorio conductual normal de la mascota.
Como propietarios, es importante conocer que conductas puede estar realizando el perro de forma compulsiva; muchas de estas pueden parecer “simpáticas”, por lo tanto, se tiende a reforzar estas conductas incitándolos para que realicen la conducta; pero hay que tomar en cuenta que el perro definitivamente, no la está pasando bien. La presentación de estas conductas puede ser muy sutil o tan severa que la mascota llega a la automutilación, a manifestar agresión hacia el mismo, hacia la nada o redirigir la misma agresión hacia los propietarios que intentan detenerlo.
Las conductas compulsivas generalmente incluyen; perseguirse la cola, rascar el suelo, lamido excesivo de nariz, manos o patas, automutilación, ingerir o morder sustancias que no son alimento (“perro aspiradora” o pica), dar vueltas, perseguir luces, correr a lo largo de la reja, morder o lamer el aire, vocalizar excesivamente, entre otros. Los humanos con TOC reportan padecer alucinaciones, lo cual no se ha demostrado aun en animales, pero no se descarta.
Se cree que existe cierta predisposición genética para presentar TOC, pues es más común en ciertas razas como: bullterriers, pastor alemán, gran danés, pointer alemán de pelo corto, dálmata, rottweiler, dobermanpinscher, bordercollie, pastor australiano y schnauzer miniatura, aunque cualquier raza puede presentarla. Se reporta también en ambos sexos y a cualquier edad, pero es durante la madurez social
(Entre los 12 y 36 meses de edad) en que se observa con mas frecuencia.
El trastorno suele originarse como respuesta a perturbaciones neuroquímicas (dopamina, serotonina, beta-endorfinas), más la presencia de adversidades medioambientales que generen estrés, ansiedad y frustración, inicialmente, la compulsividad se manifiesta solamente ante situaciones de conflicto y puede ser interrumpida con el tiempo, pero si el paciente se expone de forma prolongada y repetida a estos eventos o llega a manifestarse en otras situaciones y con mayor intensidad ya no podrá ser interrumpida.
Los trastornos compulsivos se establecen y generalizan fácilmente por tener un efecto auto reforzante (por la secreción de opioides endógenos en el sistema nervioso central).
Generalmente los pacientes que se reciben en consulta etológica presentan lesiones en la piel bastante severas y en la etapa donde la conducta ya no puede ser interrumpida. Es común que los propietarios hayan tratado de hacer algo al respecto, principalmente llamarle la atención a su mascota cuando este se lastima; sin embargo, el brindarle atención de forma positiva o negativa, ya sea hablándole o castigándolo, significa que la conducta se está reforzando inadvertidamente.
Al igual que todas las patologías conductuales, es importante descartar problemas clínicos (principalmente neurológicos, hormonales, nutricionales o dermatológicos) y confirmar el conductual. Una vez hecho esto, es importante continuar con el tratamiento médico para la infección secundaria y el prurito, aunque de manera conjunta con el etólogo, pues comúnmente el veterinario hará intentos por evitar que la mascota siga lamiéndose o mordiéndose, aplicando vendajes, sustancias aversivas o prescribiendo el uso de un collar isabelino. En algunos pacientes, estos métodos pueden generar más frustración y provocar que se sigan lastimando la misma herida o en sitios nuevos.
Es importante, diferenciar el TOC de otras patologías conductuales y orgánicas que solamente el médico y el etólogo están capacitados para hacer. El diagnostico no siempre es fácil de alcanzar pues no hay signos patognomónicos (únicos) de esta enfermedad, por esto, es importante acudir a los especialistas para tratar adecuadamente el problema.
En el tratamiento se debe considerar como prioridad, la seguridad tanto de las personas que están en contacto con la mascota como del mismo paciente. Lo más importante, es identificar el estímulo que genera la conducta para así evitarlo. Los propietarios deben de ser conscientes de que el trastorno obsesivo compulsivo, hay factores neuroquímicos involucrados, de manera que en la mayoría de los casos es necesario medicar con fármacos psiquiátricos, una razón más para acudir al especialista.
El éxito del tratamiento radica también en el seguimiento de las instrucciones del método conductual, que en general consiste en interrumpir el comportamiento compulsivo de manera efectiva y sin que el paciente lo relacione con el propietario. Obviamente, el castigo y la intervención física directa estarán siempre contraindicadas; tomando en cuenta que el paciente está en un estado de ansiedad muy fuerte y esto lo podría agravar o incluso provocar estados de agresividad redirigidos hacia la persona que lo interrumpió. Por lo tanto, el paciente puede haber aprendido que realizar la conducta, atrae la atención del propietario. Mediante el manejo conductual, el paciente aprenderá a relajarse y el propietario a redirigir la atención de su mascota hacia situaciones que eviten que se comporte compulsivamente.
La información que el etólogo obtenga durante la consulta, es de suma importancia para alcanzar el diagnóstico y entender la raíz del problema, de manera que el propietario o las personas que estén en mayor contacto con la mascota son quienes deberán acudir a la consulta. Durante la consulta etológica y a lo largo del tratamiento, es muy importante que el propietario este consiente de que el tratamiento para TOC puede tomar toda la vida del paciente para evitar o disminuir la presentación de la conducta, ya que ante situaciones que generen estrés o ansiedad, el perro podría recaer; por esta razón, se debe de informar al propietario que el objetivo del tratamiento es controlar la presentación de la conducta obsesivo compulsiva, no curarla.
Para no generar o incrementar el nivel de ansiedad, los propietarios deben mantener rutinas estables que permitan que el paciente pueda predecir sus actividades diarias. Cuando ciertas situaciones no puedan ser controladas, por ejemplo: ruidos, tormentas, cambios en la estructura social o rutinas de casa, entre otras, puede ser que el médico especialista en etología prescriba algún fármaco que será utilizado solamente en esas situaciones.
Es común que ante cualquier trastorno psiquiátrico el etólogo prescriba psicofármacos, mismos que son de gran importancia para la mejoría del paciente, pues como ya mencionamos, existen factores orgánicos a nivel neurotransmisión que generan la conducta no deseada. Es muy importante que el propietario entienda que detrás de la manifestación de las conductas compulsivas existe un factor neuroquímico que solo puede ser tratado con medicamento, mismo que es un facilitador para instaurar la terapia conductual, de manera que el tratamiento integral del TOC es la suma de la medicación y el cumplimiento de la terapia conductual. Todo paciente medicado con psicofármacos debe acudir a los chequeos y ser respetuoso con la dosis y frecuencia de medicación; pues el paciente puede recaer o presentar efectos secundarios, de los cuales el veterinario debe estar enterado para tomar las medidas adecuadas. Generalmente, los efectos de los psicofármacos para el tratamiento del TOC y la terapia conductual se observan en un mes, de no observar mejoría, se recomienda al propietario comunicarse con el especialista para reevaluar el paciente.
Por una convivencia sana y en equilibrio
“EL CENTINELA”