Para empezar, un perro, un gato, una cobaya, un conejo o cualquier animal es un ser vivo que tiene muchas necesidades. Seguro que algunas las has tenido en cuenta: comida, salir a la calle, vacunas… Quizá no hayas tenido otras: enfermedades y urgencias veterinarias (pueden suponer hasta mil o más euros de un plumazo, ¿seguro que lo puedes asumir?), ejercicio (¡¡necesitan gastar su energía y despejar la mente!!) y con esto no me refiero a salir al parque de abajo cinco minutos y volver o a tenerlo en el jardín todo el día…
Puede que ahora pienses que estés capacitado pero ten en cuenta que un animal vive muchos años. ¿Seguro que dentro de 20 podrás seguir así? Y lo que es más importante: un niño no lo está. No, un niño no es un adulto, no sabe lo que es tener una responsabilidad tan grande y realmente serán sus padres los que tengan que hacerse cargo del perro. Un niño no puede sacar siempre a su perro a la calle, no puede pagar el veterinario ni el pienso, no puede adquirir un compromiso autónomo durante toda la vida del animal.
La inmensa mayoría de animales regalados en Navidad son abandonados después.
Una cosa importante: abandono no es solo dejarlo en la calle, es llevarlo a una protectora, es dejarlo en un prado donde apenas vas a llevarle agua y comida, es desatenderlo…
Hace un año la FAPAM (Federación de Asociaciones de Protección y defensa Animal de la comunidad de Madrid) junto a la Asociación ALBA (Asociación para la Liberación y el Bienestar Animal) hizo esta campaña que aunque dura muestra la realidad:
No regales ABANDONO
Y si finalmente, después de pensarlo mucho, te decides a incorporar un miembro más a la familia, no lo compres. Vete a una protectora, hay muchos animales abandonados. Conocen el carácter de los perros, puedes hasta salvarlos de la muerte y además no traficaras con vidas. Allí te asesorarán, cuéntales qué buscas, cómo es tu vida, no busques el más guapo o con más pedigree, busca el que te haga FELIZ.