Aunque el gato tiene fama de ser un animal independiente, también es cierto que necesita establecer relaciones con su entorno. En estos casos, la relación con los dueños equivale a las que establece con sus semejantes en el entorno natural. De esta forma, según una teoría compartida por muchos expertos, los mininos perciben al ser humano como un congénere más.
Importancia de las etapas iniciales
La relación que el gato establece con el hombre empieza a cimentarse en el período comprendido entre los dos meses de vida (destete) hasta los seis u ocho meses, aunque esto varía entre unas razas y otras). Así, el comportamiento social del ejemplar adulto dependerá, en gran parte, de las condiciones de desarrollo del gato joven.Uno de los factores relevantes de la sociabilidad del gato reside en el tiempo que pase con su madre: cuanto más se aproxime al periodo natural, mayor predisposición tendrá para mantener relaciones adecuadas con el hombre. Por el contrario, si el destete se produce a una edad prematura, el animal tiende a considerar al dueño como su propia madre y el comportamiento infantil tiende a alargarse y repetirse en su vida de adulto, con el desequilibrio y la falta de estabilidad que ello conlleva.
El juego como aprendizaje
En las edades tempranas, el gato aprende mediante el juego las reglas esenciales para la vida en grupo y se va percatando de las consecuencias de su comportamiento. La madre alienta desde el principio la aparición de juegos en los que toman parte los diversos miembros de la camada. Uno de ellos se produce cuando la gata utiliza las zarpas posteriores para golpear la panza de sus descendientes. Esto les enseñará uno de los principales mecanismos de defensa en su vida de adultos.Los mordiscos en estos juegos empiezan alrededor de la cuarta semana, con enfrentamientos entre los 'hermanos' en los que se intercalan estos ataques y empujones que se interrumpen a la menor muestra de dolor por parte de cualquiera de los 'púgiles'. Gracias a estas peleas, el gato aprende para su vida de adulto cuando su mordedura empieza a causar dolor y la forma en que podrá jugar con sus dueños sin infringir ningún daño.
Cuando se produzca un mordisco, antes que pegar al animal, es conveniente, tras el daño infringido, emitir un pequeño chillido y pellizcar ligeramente la piel del animal hasta que emita el mismo sonido. De esta forma, se comprende el dolor causado y cesarán este tipo de ataques en los juegos.
El contacto con el hombre
Otro factor importante en el grado de sociabilidad de este tipo de mascotas es el contacto que ha tenido con seres humanos a edades tempranas. Por lo tanto, es bastante difícil educar a un gato cuando ya es adulto, es decir, a partir de la séptima semana, aproximadamente. La actitud idónea para establecer una relación de confianza será la de aprender a manipular al animal desde su nacimiento: cogerlo en brazos, acariciarlo, etc.Por estas mismas razones, es muy importante, cuando se adquiere un ejemplar, informarse de las condiciones y el hábitat en que ha sido criado y educado, además de percatarse de si tiene la costumbre de dejar que se le acerquen los seres humanos.
En consecuencia, no existen razones para que un gato muestre un comportamiento antisocial y agresivo. Si esto se produce es porque el animal ha sufrido alguna experiencia traumática que ha producido trastornos en su proceso de sociabilidad y gran parte de la responsabilidad de ello recae, en muchas ocasiones, en el propio dueño.
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