La verdad es que creo que hago mucho más que trabajar en el llamado “adiestramiento en positivo”. Si bien comercialmente hablar de adiestramiento en positivo queda fenomenal, a pesar de que creo que el término tiene controversia y de que, cualquier profesional que entregue comida al perro ya se dice estar educando en positivo, con lo que esta etiqueta se ha degradado bastante, la verdad es que desde mi punto de vista el término engloba una serie de técnicas de adiestramiento y educación para enseñar de la manera más amable posible; pero queda cojo o incompleto en el uso o divulgación que algunos hacen, nacionales o internacionales, en el momento de ponerte delante de un perro, entenderlo y entrenarlo.
En definitiva creo que hay demasiada maraña dentro del adiestramiento en positivo, y es su mal uso por la marea publicitaria, la que ha contribuido a ello. Por eso y porque con el paso de los cursos y seminarios me sentía rara e incompleta con ese término, creo que lo que más se ajusta a lo que hago es un entrenamiento cooperativo.
Hay ciertas cosas que el entrenamiento de un animal no debería dejar escapar, desde un punto de vista cooperativo:
Comunicación continua
Y digo continua… porque para eso es un adiestramiento cooperativo, conjunto, de colaboración, de unidad. Y la comunicación engloba muchos ámbitos, pero se pueden reducir a:
Comprensión de las señales, físicas, sonoras y gestuales de nuestro perro
Porque es imprescindible saber cuál es el estado de ánimo del perro, su interés, su motivación y su actitud frente a lo que estamos compartiendo con él.
Comunicación hacia nuestro perro
Y no únicamente de las señales que dan pie a los ejercicios que queremos que realice. Debemos de ser conscientes de nuestra comunicación no verbal, incluso de la que el perro puede percibir energética y olfativamente, pues no debemos olvidar que ellos tienen capacidades de las que nosotros no disfrutamos o no desarrollamos, pero no por ello debemos infravalorarlas.
Atención y respeto en el trabajo
Informando y comunicando cuándo comienza la tarea, pero cuándo puede desconectar de nosotros y desvincularse, de la misma manera que lo haremos nosotros, de situaciones de máxima concentración.
Relación de compañerismo
Porque el perro no deja de ser un animal autónomo, lo que no significa que no debamos cuidarlo y hacernos responsables de su bienestar, de igual forma que el perro nos protege y cuida de nosotros, cada uno desde su posición y posibilidades. Es necesario olvidarnos de nuestro ego y de la mentalidad bíblica de estar por encima del resto de especies, dejando a un lado la posición jerárquica de que el animal simplemente tiene que obedecer.
La relación que se pretende con nuestros perros se basa en “yo te enseño y tú aprendes“, sino que el canal de aprendizaje y de enriquecimiento está abierto en ambas direcciones
La relación que se pretende con nuestros perros no se basa en “yo te enseño y tú aprendes”, sino que el canal de aprendizaje y de enriquecimiento está abierto en ambas direcciones, y eso lo sabemos bien quienes tenemos la maravillosa oportunidad de trabajar con animales co-terapeutas en terapias con personas, y con otros animales.
Educar en favor del perro
Analizando sus necesidades, y en base a ellas sus debilidades, fortalezas, amenazas y oportunidades, nada nuevo que no se haya estudiado hace mucho tiempo, poniéndolo al servicio de la relación con nuestro perro.
Llevar al perro al objetivo de manera conjunta, volcándonos en el individuo, su forma de aprendizaje, sus capacidades, y dejarnos llevar por sus indicaciones hará más sencillo el trabajo, y mucho más respetuoso.
Nuestras inquietudes pueden jugar un papel importante en cómo vamos a guiar la vida de nuestro perrete, pero hacerlo sin tener en cuenta al individuo que tenemos delante, no es más que un comportamiento egoísta alejado de velar por su bienestar.
Permitir que el perro se comporte como un perro es uno de los mejores regalos que podemos hacerles. Intentar controlar cada una de sus acciones, además de agotador e improbable, nos pone en una posición de semi-dioses que no nos corresponde.
Enseñarle conductas y formas de actuar y pensar adecuadas con las normas sociales y con una buena convivencia, permitirá el desarrollo del animal, junto con su autoestima, y poder disfrutar de una relación mucho más sana.
Cooperación 24h
Los perros no aprenden sólo cuando nosotros queremos que lo hagan. Ser consecuentes con las cosas que les enseñamos, les ayudará a aprender de manera clara el apoyo y la colaboración que pueden tener por nuestra parte. Somos un apoyo emocional importante para ellos, al igual que lo son ellos para nosotros en infinidad de situaciones, y éste debe ser continuo e inequívoco.
Da igual si lo que se le está pidiendo es o no un comportamiento innato en él, desde mi punto de vista. pues lo importante es que el animal lo realice con confianza, con convicción y con entusiasmo.
Sin fisuras en cuanto a los métodos de adiestramiento
Sólo teniendo clara la ética de nuestro trabajo con seres vivos, podremos llevar a cabo un entrenamiento digno de admirar, independientemente de los resultados en cuanto a los objetivos, porque si no estamos en el momento de conseguirlos, será una mayor formación, una mayor experiencia o una mayor evaluación de los procesos y las pautas que hemos llevado a cabo con el animal y con nosotros mismos, los que harán que el camino termine en buen lugar.
Discutir sobre si debemos usar la violencia o no, lo único que hace es apalancarnos un círculo vicioso en vez de empujarnos a seguir debatiendo sobre formas éticas y cada vez más efectivas de relacionarnos con los animales.
Debemos superar el pasado, de una vez, y asumir que siempre habrá profesionales que no puedan, no sepan o no quieran dar su brazo a torcer con métodos arcaicos basados en el miedo y la dominancia.
Colaborar entre nosotros en pro del bienestar animal, es también un magnífico punto de partida para forjar un entrenamiento cooperativo sano, fuerte y en continua evolución.
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