Cuando el pienso ya no es suficiente
Aunque, como muchos hemos podido comprobar, los perros prácticamente se lo comen todo, no todo lo que comen es bueno para su salud. Y pese a existir el alimento idóneo, los perros a veces pueden aburrirse o rechazar el pienso que hasta ahora habían comido con gusto. Sea a causa de un problema digestivo o de salud, como por mero desinterés, si un perro no quiere pienso es a menudo una advertencia. Con las opciones existentes, un cambio fácil y posible.Actualmente, la industria alimentaria canina dispone de una inmensa variedad de piensos, hoy competitivamente acompañados de todo tipo de comidas frescas preparadas. Desde la comida en lata canónica hasta la deshidratada, donde disfrutar de un plato casero para perros causa envidia incluso entre sus humanos. Las alternativas están ahí por algo. Y, en el caso del pienso, surgen para sustituir un producto que, aun recomendado, partió como recurso alimentario.
El curioso origen marinero del pienso para perros
Como pariente del lobo, el perro es en su naturaleza carnívoro. Sin embargo, en su proceso de domesticación fruto de la relación amigable con el ser humano, se ha adaptado a todo tipo de formas de consumo. Dejando de lado su instinto depredador, hoy día casi inexistente salvo en especímenes salvajes, durante mucho tiempo la alimentación a base de sobras de nuestras comidas ha sido una constante que toda familia conoce. Pero ¿cómo nació el pienso canino?Según se tiene constancia, la historia de este tipo de alimento para perros se remonta al EEUU de finales del siglo XIX. Cuando un electricista observó unos perros comiendo unas migajas de galletas de trigo de los barcos de larga travesía, alimento nutritivo que cubría el hambre de los marineros en alta mar. De ahí en adelante, con distintos cereales, verduras y carnes como componentes principales, el pienso empezó a tomar la forma que hasta hoy día conocemos.
¿Es el pienso saludable y hace bien a mi perro?
Evidentemente, la actual comercialización del pienso está sujeta a exhaustivos controles de calidad, donde toman importante peso las marcas y tipologías prescritas por las veterinarias como sello de garantía. Es por ese motivo que puede dilucidarse que el pienso es, en general, nutritivo, sano y apto para el consumo de nuestros peludos. Sin embargo, y como sucedía con esos marineros, el pienso acaba por ser poco más que un sucedáneo alimentario práctico.A causa de los mencionados controles, este alimento es siempre una fuente de alimentación buena y completa para nuestro perro. No obstante, es posible que éste lo rechace por distintos motivos. Dando por sentado que el pienso en cuestión no se encuentra en mal estado, la razón de su rechazo podría deberse a simple aburrimiento; quizá, por preferir otra comida frecuente al pienso. Pero también a alguna deficiencia, en cuyo caso se deberá acudir a un especialista.
Cómo comprobar si mi perro tiene un problema con el pienso
Como se ha mencionado, además del cansancio o un mal estado en el producto que empuje a su rechazo, ciertos problemas de salud, sobre todo digestivos, podrían afectar la relación alimentaria entre nuestro perro y su pienso. Como sugieren los expertos de DeDog, un modo de comprobarlo sería ofrecerle su alimento preferido y observar su reacción. Siendo necesario buscar una alternativa si éste lo acepta en detrimento del pienso o ir al veterinario si rechaza.Las principales opciones en el menú canino para sustituir o complementar el pienso se hallan tanto en la búsqueda de nuevas marcas o tipos de pienso —siempre bajo la supervisión y las recomendaciones de un veterinario o experto canino— como en optar por comida húmeda en lata. En este último caso, con especial preferencia por aquellas que contengan producto fresco, natural y de la máxima calidad. Aunque existen más opciones de las que disponemos en casa.
Como en casa: la comida deshidratada
Volviendo a aquella consigna familiar, en la que se afirma que antaño los perros ya se bastaban con el consumo de las sobras, cabe decir que hay algo de verdad en ello. Ya que muchos de los alimentos de nuestro hogar pueden abastecer a nuestro perro además de la carne y el pescado. Eso sí, siempre cocinados. Ya que, de servirse en crudo, podrían transmitir algunos parásitos e incluso la tenia, aumentando también el riesgo a padecer deficiencias vitamínicas.Pero, además del componente cárnico, algunos cereales y tubérculos (como la patata y el arroz), frutas (el melocotón, la fresa o el plátano), legumbres, hortalizas y verduras (las judías verdes, la zanahoria o la coliflor)pueden ser una buena alternativa al pienso. En su gran variedad y origen natural, una combinación que se sublima en la comida deshidratada para perros. Fresca, cocinada, fácil de preparar e increíblemente sana para nuestros peludos.