Por Elsie Carbó
ecarbo@enet.cu
El segundo programa sobre el bienestar de los animales en Cuba, emitido por la Revista de la Mañana y conducido por Lázaro Manuel Alonso llenó casi por completo mis expectativas, en cuanto al enfoque de los aspectos cruciales más controvertidos que se estuvieron debatiendo en las asambleas para la Constitución y en la actualidad de las redes sociales, y digo que me devolvió la confianza porque vi, además, que hay un buen periodismo a pesar de la primera emisión de El Tema, en el cual quedé desolada. Rectificar es de sabio, y cuando se es joven, mejor.
No podía ser de otra manera, que muchos de los actores participaran, bien en el set con el conductor o entrevistados fuera de él, como debe ser cuando se realiza la investigación de campo y se escucha a los verdaderos implicados. Los protectores. Esos que hacen una labor altruista, que no sé si en algún momento se dijo, pero no está de más apuntar en estas líneas que esos protectores que se agrupan a veces en equipos o en solitario para ayudar a los animales, no reciben nada a cambio, ni ayudas económicas de afuera ni de adentro, ni prebendas o regalos especiales por realizar esa labor, quizás todo lo contrario, pues a veces con un mínimo de salario de jubilación se pintan maravillas para que los animales coman o llevarlos al veterinario. Y eso es necesario que se sepa sobre todo al calor de algunas ideas que se han estado difundiendo de que el asunto de la protección animal viene acompañado de malas intenciones foráneas, como si a la sociedad civil cubana se le pudiese vincular con causas ajenas al bienestar de los animales.
Sabemos que de un tiempo a esta parte se han constituido grupos, asociaciones o equipos conformados en su mayoría por gente joven y entusiasta como se pudo apreciar en las opiniones que se recogieron ante las cámaras, y aunque no estuvieron todas las que se realizaron, no importa, este mundo es como un pañuelo, todos se reconocen y se respetan, lo esencial es que hay un único fin y un solo pensamiento que guía estos movimientos animalistas en el país, el de tratar de proteger, velar y darle bienestar a los animales que conviven con los seres humanos, ya sean las mascotas, o los que aún viven en zoológicos, acuarios, centros recreativos, cooperativas, laboratorios o en las calles, contando también con aquellos dedicados al trabajo para los cuales la vida no resulta fácil.
Agotado nunca estará el tema, siempre habrá disputas y disgustos, eso se sabe, el camino aún está lleno de cardos, pero habrá que coincidir en que estamos mejor que hace años atrás a pesar de que existían Instituciones o Asociaciones que supuestamente velaban por el Bienestar Animal, según expresó la invitada del viernes. Son solo los primeros pasos, que por suerte van de la mano de un periodista con ética y que sabe dónde está la realidad cuando escucha los testimonios de los jóvenes comprometidos con el bienestar animal que hablan entre otras cosas de la carencia de clínicas o consultorios locales, así como de la impunidad que gozan aquellos individuos que violan, maltratan, asesinan o lidian con animales. La mesa está servida, noviembre no será la varita mágica que pondrá sobre el mantel un decreto ley para terminar con la falta de conciencia social, el abuso y el abandono, pero es una luz al final del túnel, aunque pienso que ya se pueden ir haciendo tareas de esas que reclamamos, tales como introducir en las escuelas un espacio para hablar del amor hacia los animales y el daño que provoca en ellos un mal trato o la falta de sensibilidad, eso para empezar a demostrar que esta vez las palabras no se las llevará el viento y que en el país hay una real y firme voluntad de cambiar la página.