Artículo de Mireia Moya, tomado de El Periódico.com
Vehículo interceptado por los Mossos con cachorros en malas condiciones.
Foto: Ferran Nadeu
Barcelona es dog friendly, la ordenanza de la capital catalana es una de las más estrictas del Estado y el código civil catalán es el único de España que considera que los animales son seres sensibles y no mercancías. Aun así, las denuncias de irregularidades en la compraventa de cachorros continúan. «A raíz del incremento en el número de denuncias, desde el 2011 realizamos campañas especiales de control», explica un agente del Departamento de Medio Ambiente de los Mossos d"Esquadra. Los perros que se venden con displasia de cadera, infectados de bacterias, con deficiencias visuales, auditivas y en los riñones, con tumores congénitos y con problemas de comportamiento. En muchos casos estas enfermedades son de por vida y otras veces conllevan la muerte.
Las denuncias se producen esencialmente por compras en internet, pero también contra algún establecimiento. En la red existen portales que actúan a modo de plataforma publicitaria y acaban siendo caldo de cultivo para los infractores. Muchos engaños comienzan en el mismo anuncio. «Se regala cachorro de jack russell», reza un reclamo. Una vez el consumidor acude al lugar de la entrega, el teórico donante le reclama 300 euros por vacunas y control veterinario, por ejemplo. Hay vendedores que se camuflan como particulares, aunque se trate de comercios y algunos no ofrecen información sobre su registro como núcleo zoológico (la licencia para poder comercializar y reproducir animales).
Algunos de los cachorros intervenidos por los Mossos d"esquadra.
Foto: Ferran Nadeu
GRANDES CENTROS
«La crisis ha llevado a gente poco profesional a ganarse la vida con seres vivos. Muchos particulares no tienen nociones veterinarias. También se han creado centros de venta de cachorros a gran escala - llamados puppy mills o fábricas de cachorros- donde se ofrecen decenas de razas por 300 o 500 euros cada perro, cuando un buen criador se especializa en una sola y vende las camadas por el doble, de acuerdo con el coste de una buena alimentación, atención médica y correcta socialización», argumenta Anna Maria Estarán, una de las integrantes de la asociación de abogados Iurisanimal. Este grupo de juristas lucha para conseguir que las sanciones por engaño y maltrato animal se tramiten por la vía penal y entienden que la solución al problema sería la prohibición de la venta. «Es importante que la gente denuncie si resulta afectada, pero también es esencial que se informe», subraya Estarán.
Según un agente de los Mossos, alrededor del 90% de los animales que se venden en Catalunya provienen de países de la Unión Europea porque la importación resulta más económica. De ahí, que la policía realice inspecciones en el transporte.
En países como Eslovaquia y Rumanía, los particulares crían los animales y hay redes que se dedican a recoger las camadas en los pueblos. La documentación se expide en el origen. Los lotes pueden sumar 150 ejemplares por furgoneta. En ocasiones, no alcanzan la edad mínima y recorren más de mil kilómetros hasta la frontera española. Una dinámica que incrementa el riesgo de que los cachorros sufran futuros problemas de salud porque, como comenta el policía, «a partir de La Jonquera hay control, pero fuera del país es deficitario». El mismo mosso confirma que se cometen bastantes irregularidades. «Si la gente supiese de dónde provienen estos cachorros y en qué condiciones han estado, dudo mucho de que los negocios que recurren a este tipo de importación fuesen viables. El criador nacional es la opción más segura», asegura.
Un gato, en una tienda de Barcelona. Foto: Ferran Nadeu
«PRESTIGIO ECLIPSADO»
«Cada vez hay menos capacidad para criar perros de calidad en Catalunya. La Administración catalana, por su parte, realiza muchas inspecciones a los comercios, pero no regula la crianza de los animales», se queja Teresa Martí, presidenta de la Associació de Botiguers d"Animals de Companyia y dueña de un establecimiento canino. Apunta que la culpa de las ventas irregulares se debe a los particulares y a determinados establecimientos, lamentando que «se eclipse el prestigio de muchos locales, donde hay relación directa con los criadores».
«El gran problema es que, en un mundo globalizado, los cachorros pueden venir de cualquier lugar del mundo y se crea una cadena de montaje como la de cualquier mercancía, en la que los animales pasan por distintos intermediarios hasta llegar a su casa. Es difícil precisar el tiempo que han estado aislados», argumenta Rosi Carro, de la Asociación Animalista Libera.