Sus orígenes se remontan a Estados Unidos en el siglo XIX, descienden de las razas Old English Bulldog y Old English Terrier. En sus comienzos era utilizado como perro de pelea, aunque actualmente esta práctica está prohibida.
A pesar de ser de talla media, impone su porte, gracias a su cuerpo musculado y compacto. Dos características de esta raza son su inteligencia y su fuerza, combina las dos para saber en qué momento debe hacer uso de su fortaleza y en qué momentos no hacerlo. Es un perro de carácter dominante, debido a sus orígenes, por lo que sus dueños tienen que educarle con firmeza y constancia desde cachorro. No es una raza para aquellos que lo quieran únicamente para que les haga compañía en casa, sino para aquellos que sean muy activos y enérgicos y lleven a su amigo de cuatro patas en todo momento con él.
A pesar de ser considerados como “peligrosos”, si proceden de un criador fiable y son educados con paciencia, demostrarán su excelente carácter, incluso con los niños de la casa. El problema de este tipo de razas es que, debido a sus principios, es un perro al que hay que domar desde muy pequeño para que no haya problemas futuros. Suele aprender con rapidez y es fácil que adquiera malos hábitos. Es necesario que esté bajo ejercicio regular, se puede adaptar a un piso siempre y cuando se le den largos paseos diarios.
Al ser de pelo corto, no necesita muchos cuidados, bastará con un baño una vez al mes. Es un perro muy saludable, aunque algunos ejemplares pueden padecer cataratas, problemas de corazón y displasia de cadera.
Si estás buscando un perro, no te dejes embaucar por un cachorro de esta raza, pues luego crecerán y serán razas que requieran un rígido adiestramiento. Si crees que cumples con los requisitos, no lo dudes, te será un buen compañero de fatiga.
Imagen: Pixabay / Crazypitbull
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