El Axolote es un anfibio de la familia de los Ambystomidaes que necesita un acuario para vivir y al que le encanta la carne fresca de otros compañeros marinos. Este anfibio se ha convertido en una fascinante mascota para los aficionados a la acuarofilia.
Para los que se quieran hacer con un ejemplar, es importante señalar que necesita de muchos y exhaustivos cuidados. Aunque no es un animal muy exigente en cuanto a su alojamiento, es importante conseguir una temperatura en el agua que no exceda de los 20º C. En este sentido, habría que extremar las precauciones durante los meses de verano.
Características generales y alimentación
El axolote es un animal fuerte de cuerpo alargado que oscila entre los 25 y los 30 cm. al alcanzar la edad adulta. Su gran cabeza y sus pequeños ojos contrastan con el resto del cuerpo. Su piel se muestra desnuda, sin escamas ni caparazón, y cuenta con unas pequeñas extremidades delanteras y traseras, aunque lo que hace que se mueva a gran velocidad es un pliegue cutáneo que recorre su lomo. Posee un sistema inmunológico resistente y la increíble habilidad de regenerar por sí mismo su sistema nervioso, el corazón o cualquiera de sus miembros, lo que hace que raramente enferme y sitúa su esperanza de vida rondando los 25 años.
Con respecto a la dieta que se le debe proporcionar, no debe faltar la carne al tratarse de un animal carnívoro. Básicamente, su alimentación consiste en pequeños animales acuáticos o compuestos que puedes adquirir en tiendas especializadas. Se le puede suministrar alimento seco, pero siempre que flote, porque de lo contrario podría enfermar al tragar el sustrato que se acumula en el fondo del acuario. Un alimento similar al de las tortugas servirá.
La comida se le suministrará dependiendo de la temperatura a la que esté el agua. Si el agua es cálida, entre 20º C y 22º C, habrá que alimentarle todos los días, pero si por el contrario su temperatura es más baja, bastará con una o dos veces a la semana. Si le administramos carne, debemos limpiar los restos que no haya ingerido, pues estos podrían descomponerse y ensuciar el agua.
¿Cómo debe ser su hogar?
El tamaño del acuario es importante, ya que necesita espacio para moverse y nadar. Hay que tener en cuenta que su hábitat natural es el agua dulce de los lagos, por lo que no hay que aprisionarlo en una pequeña pecera. También es importante tratar de recrear su hábitat natural. Para el fondo, es aconsejable usar piedras de mediano tamaño que carezcan de bordes afilados, pues su piel es muy sensible y podría arañarse. En la decoración se pueden emplear pequeñas plantas, construirle cuevas o proporcionarle rocas para que pueda resguardarse en un lugar más íntimo. No es nada aconsejable mezclar a estos anfibios con otras especies por tratarse de un animal carnívoro.
La limpieza del agua también es algo esencial, ya que son animales que ensucian bastante. Un agua sin residuos de comida pasada ayudará a que tu mascota se mantenga con buena salud. Es recomendable realizar una limpieza completa de forma semanal. Para limpiar te puedes ayudar con una red con la que conseguirás mantener el acuario más limpio y libre de hongos, bacterias o parásitos que ataquen al organismo de tu pequeño amigo. Con el filtrado conseguirás unos resultados aún mejores.
La temperatura del agua ha de variar según la estación del año, no superando nunca los 20º C y bajándola a unos 10º C en la época de hibernación. Este animal de compañía no es demasiado exigente en lo que respecta a los cuidados del agua: es capaz de vivir y de reproducirse en las condiciones más complicadas. Sin embargo, es preferible situar el pH entre 7,5 y 8 y mantener la dureza media del agua.
Cuidados fundamentales
Sus características genéticas hacen de él uno de los anfibios más fuertes y saludables que existen y por ello raramente enferma, pero no por ello debemos descuidar su salud, ya que somos nosotros quienes debemos facilitarle las condiciones básicas para que sobreviva. Uno de los síntomas principales de que algo no marcha bien es la falta repentina de apetito. En estos casos, lo primero que se recomienda es cambiarle la alimentación, ya que a veces puede aborrecer la comida que le suministramos.
Debes comprobar el estado del agua y que el filtrado funciona correctamente, ya que los restos de excrementos y comida pueden hacer que los índices de amoniaco químico suban y no sea suficiente con una limpieza superficial del agua. Otros problemas se derivan de la exposición a la luz directa, que puede generar estrés a nuestra mascota. Si el animal presentase otros síntomas o estas indicaciones no fueran eficaces, sería imprescindible acudir a un especialista.