Como consecuencia directa de las bajas temperaturas, nuestros gatos pueden desarollar una hipotermia o congelación, que se traduce en un descenso de su temperatura corporal por debajo de 35 º C. Los síntomas que se pueden manifestar son: enfriamiento de todo el cuerpo, depresión del sistema sensorial, descenso del ritmo respiratorio, pulso débil y arritmias cardíacas que pueden desembocar en un paro cardíaco.
En casos como estos, lo recomendable es intentar reanimar la temperatura corporal de nuestro gato lentamente para así evitar formación de trombos.Por tanto, lo primero que debemos hacer para proteger a nuestro animal es seguir una serie de indicaciones tales como: transportarla de forma alzada a un lugar resguardado del frío, colocarle una bolsa de agua caliente o manta térmica, no se debe someterlos al calor directo de las chimeneas y estufas, acudir inmediatamente al veterinario.
¿Alguna vez su gato a sufrido alguna afectación por el invierno? ¿Que han hecho en esos casos?
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