Antes de nada, tenemos que estar muy seguros de que dejamos a nuestro perro en manos de profesionales, que aman a los animales. Y es que hay muchos que sólo entienden que tu mascota es una forma de generar ingresos y que esta solo necesita comer y que le dé un poco el aire. Pero la culpa de muchas cosas que ocurren es nuestra por no pedir ayuda para que nos guíen en el proceso.
Los animales tienen los vínculos muy interiorizados, cualquier cambio en su forma de vida puede causarles un trauma que puede costar mucho tiempo solucionarlo. Ellos no son como las personas, sólo ven blanco o negro, no existe el gris. De esta manera, cuando los dejamos en otro lugar o con otras personas, tenemos que prever un proceso de adaptación. Dependiendo de con quién y en dónde lo dejemos, será más corto o largo. No debemos tener prisa, debemos dejar que nuestro perro acepte su nuevo entorno de forma voluntaria.
PRIMER PASO. Nuestro perro tiene que hacer un reconocimiento del espacio, dar un paseo por el centro, oliendo, viendo, sintiendo todo lo positivo o negativo que pueda tener, para que lo acepte como parte de su segunda casa.
SEGUNDO PASO. Hacer que lo sienta de forma positiva: jugando en el espacio de recreo, cediéndole el juego al cuidador del perro que se encargará de su mantenimiento mientras no estemos y creando vínculos de afectividad hacia la otra persona, dándole más espacio poco a poco al cuidado, juegos, educación e incluso posibles correcciones.
TERCER PASO. Dejarlo de forma puntual en la residencia canina, donde le asignen su lugar de descanso. Después nos vamos a tomar un café, comer o lo que tengamos planteado ese día, y lo recogemos más tarde bajo la supervisión del cuidador, que habrá valorado aspectos como la sensibilidad, dependencia, etc.
CUARTO PASO. Iremos alargando este tiempo, incluso dejándolo algún día al principio y algunos días más antes de dejarlo definitivamente durante un largo periodo de tiempo. Esto hará que el perro vea que el dueño regresa siempre y que no le abandonará, también le ayudará a reconocer al cuidador y a entender que en el centro podrá resguardar sus miedos o inquietudes. Y es que el cuidador sabrá cuidar de forma personalizada a tu perro.
Como las personas, no hay dos perros iguales, todos son diferentes y se les enseña para distintas cosas, aprenden de distinta forma, el nivel de energía es muy distinto... Y por ello necesitan siempre un trato adecuado, como cualquier ser vivo, puesto que desviarnos de esto puede tener repercusiones negativas, e incluso preocupantes dependiendo del carácter del animal.
Siempre hay un porqué para todo, hay que ver más allá para que podamos prevenirlo con tiempo. Como siempre digo, con paciencia podemos redirigir a donde queramos a nuestro mejor amigo, sólo tenemos que aprender a leer entre líneas a nuestro perro y anticiparnos.
Por Alfredo Gómez Gil, de PECOLO POSITIVE DOG TRAINING
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