Existen diferentes métodos para conseguir una educación canina sin violencia. Refregar el hocico de un cachorrillo en sus deposiciones, pegarle con un diario enrollado un tiempo después de haber realizado un comportamiento inaceptable para el dueño y darle fuertes tirones de collar a un perro adulto a con el fin de que aprenda a caminar civilizadamente son, por desgracia, algunos ejemplos de los procedimientos más popularemente conocidos y comúnmente utilizados.
Sin embargo, los mismos no tienen argumentos científicos que los avalen como adecuados ni efectivos y, por ende, no son apropiados a la mayoría de las circunstancias de la convivencia entre humanos y perros.
El castigo físico no es la solución
Si bien es cierto que los perros pueden aprender a pesar de estas actitudes erróneas, no menos cierto es que muchas veces suelen no obedecer a sus confundidos y ofuscados dueños debido a que en muchos de estos casos el vínculo propietario-perro se encuentra resentido.
Esto se debe a que los mencionados procedimientos tienen un elemento en común: el castigo físico. Este método de enseñanza produce tres efectos negativos: miedo, ansiedad y agresividad, con la consiguiente aparición o empeoramiento de problemas de conducta ya existentes.
La eduación no traumática
Diferentes estudios han demostrado que el aprendizaje estable en los perros comienza a los dos meses de vida. La educación no traumática en base a un aprendizaje motivacional a partir de la mencionada edad brinda las mejores posibilidades de obtener un perro de buen comportamiento. Mediante este método se prioriza la interacción positiva entre el dueño y su perro.
Esto no siginifica que el castigo nunca debe ser utilizado, sólo que el mismo es apenas una herramienta que hay que concer y aplicar cuando verdaderamente esté indicada y en un estado emocional adecuado, que generalmente está muy lejos del habitual enojo que los humanos muestran cuando utilizan dicha herramienta.
Un párrafo aparte lo constituyen los denominados problemas de conducta (agresión, fobias, desobediencia, etc.) que gracias a los avances adquiridos en el campo del comportamiento animal, ahora pueden tratarse de forma adecuada facilitando y no perjudicando la creación de un vínculo positivo entre el perro y el grupo familiar que torne armónica la convivencia entre ambos.
Por Claudio Gerzovich, médico veterinario responsable de Comportamiento Animal