En mayo de 2014, Chris salió de casa con su perro, Toby, un labrador negro. Su intención era ir al bosque a buscar setas, algo inocente para llevar a casa y acompañar la comida. No se le ocurrió pensar que, de todas las posibilidades, se encontraría con una osa y sus cachorros.
Según dicen, los osos negros a veces parecen tontitos y payasos, pero no podemos dejarnos engañar: son muy peligrosos. Aquella osa pensó que algo iba a pasar a sus oseznos, y se preparó para luchar. El lenguaje corporal estaba claro: iba a cargar. Toby lo supo, e hizo lo único que hace un buen perro: defender a su humano.
El labrador saltó adelante y se tiró sobre la osa. Sus posibilidades eran ínfimas: la bestia pesaba más de ciento treinta kilos, y el perro apenas treinta. Toby no estaba preparado para aquel combate. No podía ganar… pero aquella pelea le dio tiempo a Chris a huir por su vida, corriendo sin mirar atrás, hasta volver a casa.
El chico se lo estaba contando todo a su padre, a gritos, muy asustado, y lloraron por el perro. Pero lloraron pronto: apenas diez minutos después, Toby, terriblemente herido, cojeó hasta la casa buscando el solaz de su familia.
Lo llevaron al veterinario, y el perro superó varias cirugías y casi una semana internado. No obstante, al final todo el esfuerzo fue en vano: Toby no llegó a sobrevivir, pero se marchó sabiendo que había hecho algo bueno por Chris.
Esta es una decisión que toman la mayoría de los perros en cualquier momento del día o de la noche: proteger a sus humanos. Y eso es algo que nunca debemos olvidar, cuando se escapen de casa, cuando se hagan pis fuera de lugar, cuando ladren por la noche… no te olvides de que él daría su vida por ti.
Marcos Mendoza
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