Muchas personas tenemos en mente que no hay nada mejor que nuestro hijo se críe junto a nuestro perro.
Que se lleven tan bien que para nuestro hijo sea una experiencia única y que recuerde toda la vida. Pero, ¿Qué pasa cuando esto no sucede así? ¿Qué hacemos cuando nos damos cuenta de que nuestro perro es agresivo con nuestro hijo?
Son, por desgracia, varias las personas que tiene este desagradable problema.
Se nos plantea una situación muy complicada, en la que no sabemos bien cómo actuar, llegando a plantearnos el tener que deshacernos de nuestro perro. Algo que puede ser doloroso.
Y nos preguntamos cómo hemos llegado a esta situación. En este post nos gustaría aclarar varios puntos importantes e intentar guiar a toda persona que esté sufriendo este problema.
LA EDUCACIÓN COMO BASE FUNDAMENTAL.
Lo primero que tenemos que hacer es educar a nuestros hijos para con el perro. Un perro no deja de ser un animal, con lo cual no podemos pensar que es el juguete de nuestro hijo. NO LO ES. Si educamos a nuestro hijo de manera que entienda que el perro debe tener su espacio y es un animal que siente y padece, tendremos una base estupenda para poder disfrutar de ese maravilloso vínculo.
Debemos enseñar a nuestro hijo a jugar con él o NO jugar con él. Porque un perro no es un entretenimiento de un niño, es una animal que puede sentirse incomodo a la hora de interactuar con nuestro hijo. Debemos respetar al perro como animal que es.
Si no entendemos que no todos los perros aguantan ciertos juegos, son más sensibles a los gritos etc y pensamos que debe aguantar todo lo que nuestro hijo quiera hacerle, seguramente tengamos un problema.
Debemos saber leer cuando un perro se siente cómodo con la manera de interactuar del niño y cuando no.
Las señales que nos manda nuestro perro son importantísimas. Todo puede empezar con nuestro perro intentando escapar de la situación, encogiéndose cuando llega el niño, relamiéndose, enseñando dientes y finalmente mordiendo….
Nuestro perro nos lo estaba diciendo, pero nosotros no le hemos prestado atención.
LOS CELOS
Todo el mundo habla de que el perro lo que muestra son celos porque el dueño ahora presta atención al niño. Lo que realmente pasa es que tenemos un problema de base. Para nuestro perro hemos pasado a ser un recurso (caricias, atención etc.) y ese recurso se lo está quitando el nuevo miembro. La base de este problema es:
Nosotros no debemos ser un recurso para nuestro perro, si no su superior jerárquico. Tenemos que aplicar pautas para que nuestro perro entienda esto.
El niño está por debajo del perro (jerárquicamente hablando). Tenemos que trabajar este punto también. La conclusión es que debemos prevenir.
Si tenemos una relación correcta con nuestro perro y educamos a nuestros hijos respetando lo que es un perro de verdad, seguramente no tendremos ningún tipo de problema y podamos crear esa relación tan maravillosa entre mascota e hijo.
¿Y SI YA TENEMOS EL PROBLEMA?
Si nuestro perro ha gruñido o mordido a nuestro hijo no podemos dejarlo pasar. Es un problema grave.
Lo primero es acudir a un buen profesional. Esta conducta podría ir a más y es de vital importancia determinar bien la base del problema.
Mientras tanto, debemos evitar cualquier tipo de conflicto entre nuestro hijo y el perro, ya que si no tenemos cuidado es posible que la conducta pueda volver a repetirse empeorando el problema.
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