Estas ideas constituyeron el fundamento intelectual de la idea de que la forma de cada tipo de organismo está permanentemente fija. Esta opinión prevaleció sin ser cuestionada durante casi 2000 años. En el siglo xvn, sin embargo, empezaron a surgir evidencias que cambiaron esta visión estática de la Creación.
Ideas principales de la evolucion
Durante la explicacion de la teoria de la Evolucion de Charles Darwin, vimos como la exploración de nuevos territorios puso al descubiertouna asombrosa diversidad de la vida Cuando los primeros naturalistas europeos exploraron las tierras recién descubiertas de África, Asia y América, encontraron que el número de especies, esto es, de tipos de organismos diferentes, era mucho mayor de lo que nadie había sospechado. Los naturalistas observaron además que algunas de estas especies exóticas se asemejaban mucho unas a otras, pero también diferían en cuanto a ciertas características. Estas observacione llevaron a algunos naturalistas a pensar que, después de todo, quizá las especies cambiaban. Tal vez algunas de las especies similares podrían haberse desarrollado a partir de un antepasado común.
Los fósiles de las rocas semejaban partes de organismos vivos
A medida que se exploraban nuevos territorios, las excavaciones que se hacían para construir caminos, minas y canales mostraron que muchas rocas se presentan en capas. En algunos casos se encontraban rocas o fragmentos de forma extraña incrustados en una de estas capas. Estos fósiles (“extraídos de la tierra”, en latín) semejaban partes de organismos vivos. En un principio se pensó que los fósiles eran rocas ordinarias a las que el viento, el agua o las personas habían labrado hasta darles formas de apariencia viviente. Conforme se descubrieron más y más fósiles, sin embargo, se hizo evidente que eran los restos de plantas o animales que habían muerto mucho tiempo atrás y se habían transformado en roca o de alguna manera habían sido preservados en ella. La rápida acumulación de descubrimientos de fósiles también puso de manifiesto que hay fósiles de muy diversas formas. La imagen clásica de un fósil es de huesos u otras partes duras (como conchas o madera) que se transformaron en roca por efecto de eones (miles de millones de años) de procesos geológicos. Pero entre los fósiles también.
El Gran Cañón del río Colorado Capas superpuestas de roca sedimentaria forman las paredes del Gran Cañón. Los estratos (capas de roca) del cañón abarcan más de mil millones de años de historia evolutiva. hay formas vaciadas, formas moldeadas y otras impresiones que los organismos dejaron en los sedimentos antiguos antes de descomponerse. Algunos de los fósiles más interesantes e informativos son rastros, madrigueras, huellas o excrementos que los organismos dejaban a su paso. De hecho, todo rastro tangible de un organismo que ha quedado preservado en roca o sedimentos es un fósil.
Estas ventanas que se abren al pasado son fascinantes por sí mismas, pero la distribución de los fósiles en la roca también puede ser reveladora. Después de estudiar los fósiles detenidamente, el topógrafo británico William Smith (1769-1839) comprendió que ciertos fósiles siempre se encontraban en las mismas capas de roca. Más aún, la organización de los fósiles y de las capas de roca era la misma en todos los casos: el fósil de tipo A siempre se encontraba en una capa de roca asentada sobre una capa más antigua que contenía el fósil de tipo B, la cual, a su vez, descansaba sobre una capa aún más antigua en la que se encontraba el fósil de tipo C, y así sucesivamente.
Asimismo, los restos fósiles mostraban una notable variación gradual en su forma. Casi todos los fósiles encontrados en las capas de roca más bajas (y, por tanto, más antiguas) eran muy diferentes de las formas modernas; la semejanza con las formas modernas aumentaba gradualmente hacia arriba, hacia las rocas más jóvenes, como si hubiese efectivamente una escala de la Naturaleza que se extendiese hacia atrás en el tiempo.
Muchos de estos fósiles eran los restos de especies vegetales o animales que se habían extinguido, es decir, que ningún miembro de la especie vivía todavía en la Tierra. Al considerar en conjunto estos hechos, los científicos llegaron a la inevitable conclusión de que en el pasado habían vivido diferentes tipos de organismos en diversas épocas.
Pero, ¿qué significaba esta recién descubierta riqueza de organismos, tanto vivos como extintos? ¿Se generaba cada organismo mediante un acto individual de Creación? En tal caso, ¿por qué? ¿Y por qué molestarse en crear tantos tipos y permitir que miles de ellos se extinguiesen? El naturalista francés Georges Louis LeClerc (1707-1788), conocido con el título de Conde de Buffon, sugirió que quizá la Creación original suministró un número relativamente reducido de especies fundadoras y que algunas de las especies modernas habían sido “concebidas por la Naturaleza y producidas por el Tiempo”: es decir, habían evolucionado mediante procesos naturales. Esto no resultó convincente para la mayoría de las personas. En primer lugar, Buffon no podía proponer un mecanismo que permitiese a la Naturaleza “concebir” especies nuevas. En segundo lugar, nadie pensaba que la Tierra tuviese la antigüedad suficiente para dar cabida al tiempo necesario para la “producción”
de especies nuevas.