Los primeros meses de vida de nuestro gato serán fundamentales en el desarrollo de su vida. Durante este período se fijará su carácter, sus pautas de comportamiento y se establecerá su relación con el resto de especies animales y con nosotros. Por todos estos motivos, es fundamental prestar mucha atención a los primeros días que el gato pasará con nosotros.
A la hora de asumir la responsabilidad de adquirir un gato, además de los cuidados higiénicos y de la vacunación, tenemos que asegurarnos de poder ofrecerle un entorno adecuado para convertirse en un ejemplar sociable. El comportamiento del gato se basa en tres pilares: el aprendizaje, la educación de la madre y la socialización.
La llegada a casa
Aparte de proporcionarle un sitio caliente, desparasitarlo y acudir a su primera revisión veterinaria, debemos garantizarle a nuestro gato que sus primeros días en casa resulten de una experiencia completamente agradable, sin sobresaltos, sin malos tratos, cuidando que él tenga tiempo y libertad para explorar su nuevo territorio sin miedo.
Es importante que si hay otro animal en la casa se vayan conociendo poco a poco. En este caso, sería conveniente dejar al recién llegado unos días en una habitación para que nuestra mascota se vaya acostumbrando gradualmente a la presencia del nuevo inquilino. Asimismo, les proporcionaremos bebederos y comederos distintos y nunca desatenderemos a nuestro antiguo animal de compañía. Al principio, los encuentros siempre deben ser bajo supervisión, para evitar que la cría tenga una mala experiencia.
La etapa más importante
Los estudios realizados sobre comportamiento felino demuestran que parte del desarrollo psicomotor comienza antes de nacer y tiene un importante componente genético, sobre todo en lo que respecta a la socialización con el hombre. Sin embargo, es esencial la educación durante los seis primeros meses de edad.
En esta etapa el aprendizaje comprende todo lo que los dueños le enseñen, desde limitarle el acceso a la mesa, hasta el uso de la bandeja sanitaria. La madre será quien le enseñe el aseo, a cazar, a relacionarse con sus hermanos y otras conductas instintivas. Si ella es una gata doméstica también le enseñará a no temer a las personas. Este fenómeno es precoz y resulta fundamental para el buen desarrollo del gatito y para su equilibrio emocional.
La importancia de la estimulación
Entre la segunda y séptima semana de vida se sientan las bases de su carácter. Durante este etapa es importante ofrecerle un medio con abundantes y variadas fuentes de estimulación que despierten su inteligencia. Es conveniente que el minino tenga acceso, aunque sea una hora al día, a juguetes tales como pequeñas pelotas, cajas de cartón, pedazos de madera para escalar y elementos grandes para poder esconderse dentro de ellos. También es bueno un ambiente con variación de sonidos (televisión, juegos, gritos de niños y música, entre otros). El objetivo de esta estimulación es favorecer un desarrollo armonioso del comportamiento del gato y permitirle que se adapte a todas las circunstancias. Los ejemplares educados de esta manera tienen una conducta exploratoria muy marcada.
El contacto y los juegos entre gatos son fundamentales para su desarrollo, así como la relación con miembros de otras especies como perros, conejos, hombres, etc. La naturaleza y la fuerza del apego que se creará entre el propietario y su mascota dependerá mucho de esta socialización entre especies. Lo más aconsejable es que distintas personas le manipulen y hablen a diario durante este período, para contribuir a que nuestro gato tenga un buen carácter. Si se quiere lograr que el gatito se apegue a un solo amo, entonces deberá tomar contacto sólo con una o dos personas.
Los gatos y los niños pequeños
Hay que tener en cuenta la socialización con los niños pequeños, ya que desde el punto de vista del gato ellos son totalmente diferentes a los adultos, casi como si fueran otra especie. Son más ruidosos, imprevisibles, torpes con sus manos, capaces de tirar de la cola, de los bigotes o de los pelos del gato al menor descuido. A veces resulta difícil que el minino los acepte, por lo que hay que familiarizarlos desde las primeras semanas de vida a través del contacto con niños pequeños. Esto debe hacerse siempre bajo supervisión de un adulto, para que la experiencia no sea traumática y solamente unos minutos al principio hasta que el gato se acostumbre.
En definitiva, un ambiente tranquilo, relajado y lleno de estímulos positivos como juguetes, rascadores y mucho cariño por nuestra parte son las claves para que nuestro gato de adulto muestre un carácter afable y cariñoso, tanto hacia nosotros como hacia el resto de las especies. Esto hará que la convivencia sea perfecta.
Imágenes: S. Hoya, aldoflickr, Carmen Escobar Carrio, Bruno Covas / Flickr