Judy Pugh era una mujer que vivía en Alabama cuando empezó el tornado. Vivía sola con sus tres gatos, y no lo vio venir. Intentando escapar, un muro le cayó ¡encima! La pobre mujer, ya mayor, quedó atrapada ahí abajo mientras a su alrededor todo era arrancado por el tornado.
Los vecinos dieron con ella y lograron llevarla al hospital mientras todo terminaba. No obstante, desde el primer momento Judy solo tuvo una cosa en mente: recuperar a sus gatitos.
Cuando regresó a las ruinas de su antigua casa, encontró a dos de ellos con relativa facilidad. Se habían escondido cerca y estaban sanos y salvos, esperando su regreso. La recibieron m aullando y frotándose: la habían echado de menos.
Pero faltaba uno, Cadie. Los vecinos creían que el tornado se la había llevado por los aires, y la daban por muerta, pero no Judy: ella siguió viniendo, segura de que Cadie aparecería tarde o temprano.
Pasó una semana, dos. Judy Pugh tenía un nuevo hogar, pero regresaba cada día para seguir buscando. Cuando hacía ya un mes del desastre, una TV local la vio paseando por las ruinas y le hizo una entrevista.
Y entonces Cadie apareció: sucio, débil, agotado, el gatito oyó la voz de su humana y salió de entre las ruinas, exhausto, casi sin poder caminar, incapaz siquiera de maullar, y fue directamente hacia Judy, que al verlo lanzó un grito y corrió a recogerlo. El micrófono logró captar el brusco, profundo ronroneo de Cadie al estar a salvo por fin en brazos de sus humana.
Ahora, ¿no crees que existe igual el vínculo entre gatos y humanos?
Marcos Mendoza
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