@jmarcoz
Adoptas a un cachorro con toda a ilusión del mundo para que tu perro tenga un compañero con quien compartir experiencias, y sin embargo, cuando llega la hora de convivir es una auténtica pesadilla. Quizás tu idea era muy buena, pero no hay duda que tu perro adulto no lo comparte. ¿Por qué?
Primero debemos pensar en el perro como especie. Los perros viven en organizaciones sociales muy jerarquizadas, en las que las manadas que se crean son grupos muy cerrados en los que hay claramente un líder o una pareja líder. Cuando el perro entra a vivir con una familia, él entiende que empieza a formar parte de una manada. Cuando ya tiene claro que su manada está compuesta por X miembros, de repente, aparece otro inesperadamente, algo que le descuadra mucho. De un día para otro, se ve invadido por otro ser que trae un olor diferente, que hace ruidos diferentes y que encima es muy molesto porque se dedica a morderle, quitarle los juguetes, acercarse a su comida, dormir en su cama, … Una experiencia nada agradable para el perro veterano que ve cómo su espacio, aquél que él consideraba suyo ha sido literalmente invadido.
No todos los perros son iguales y claramente va a depender mucho del carácter de cada perro. Si tu perro tiene un carácter dominante, el problema se recrudecerá más. Por tanto, ¿cómo podemos actuar?
El primer día que adoptes al cachorro, nunca lo lleves a tu casa cuando el perro veterano esté en su interior. La presentación de ambos debe hacerse siempre en una zona neutral, por ejemplo, un parque. De esta forma, el perro no percibirá que se está invadiendo su territorio.
En la presentación, intenta que se conozcan mientras pasean juntos o juegan juntos. Es importante que se lleven una buena impresión, que el primer contacto sea agradable, de forma que ambos puedan dirigirse a casa y entrar juntos. El perro no verá que el cachorro invade su casa, sino que lo invitará a pasar.
Deja que el cachorro investigue la casa: la huela, la explore y permite que el perro le acompañe.
Separa las zonas concretas de ambos. Que las camas sean diferentes y estén separadas (incluso de habitaciones) y sobretodo de los cuencos de comida. Que nunca se molesten a la hora de comer, porque las peleas y desencuentros se dan mayoritariamente por problemas de posesión de la comida, por tanto, no deben verse comer. Esto solo tiene que suceder las primeras semanas.
Una vez que la relación se vaya estrechando ya podrás poner una zona específica para ambos, tanto para dormir como para comer.
Jamás prestes mayor atención al cachorro que al perro. Inconscientemente se tiende a prestar más atención al cachorro porque causa más gracia y nos despierta más el sentimiento de protección pero esto puede causar celos en el otro perro, que puede ver al cachorro como un rival. Por tanto, mide mucho esto. La atención debe estar repartida a partes iguales entre ambos perros.
No cambies las rutinas que ya tenías con el perro. Si el perro ve que con la llegada del cachorro sus rutinas cambian, podrá cambiar la actitud hacia él.
Es normal que haya gruñidos y además son necesarios y no debemos nunca actuar ni mediar. Los cachorros suelen ser muy pesados, quieren jugar a todas horas, se dedican a morder a todo y a todos, y lo común es que el perro le gruña e incluso suelte algún aviso. Es un proceso totalmente normal y que debemos tolerar con serenidad. Solo debemos actuar si vemos que puede haber más que gruñidos.
Algunos perros, sobretodo los dominantes, reciben al nuevo miembro montándole continuamente. En su lenguaje, la monta se realiza para hacer entender al nuevo miembro que él está por encima del recién llegado en la jerarquía de la que antes hablaba. Es una conducta normal durante los primeros días que tiende a desaparecer. Si no desapareciera, entonces se debe plantear, siempre con el veterinario, la castración.
Ayuda a que la relación sea positiva. Evita la ansiedad. La actividad física es el mejor remedio para que ambos estrechen la relación, actividades donde disfruten, que asocien cosas agradables que pasan con el hecho de estar juntos, etc.
Como ves, que perro y cachorro se lleven bien va a depender mucho de nosotros. En casos más graves en los que la convivencia se hace prácticamente imposible, yo siempre animo a que, antes de tomar cualquier decisión desacertada, se contrate los servicios de algún adiestrador canino.
Sandra Ferrer. Creadora del Programa de Educación Canino “Cómo Educar a un Cachorro”
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