Hoy me quiero centrar en un problema que es común en diferentes intensidades, pero que trae consigo problemas para algunos perros, principalmente de miedos.
Cariño y cuidados, no significa sobreproteger
Frase habitual en las sesiones de evaluación o los comentarios por teléfono: “es que sé que mimamos mucho al perro“. Respuesta mía habitual: “es difícil mimar a los perros más de lo que mimo a las mías, pero una cosa es mimar y otra maleducar“.
Según la RAE, mimar es:
tr. Hacer caricias y halagos.
tr. Tratar con excesivo regalo, cariño y condescendencia a alguien, y en especial a los niños.
tr. Favorecer a alguien, tratarlo con mucha consideración.
tr. Tratar algo con especial cuidado y delicadeza.
Ninguna de estas acepciones me parecen un problema, a excepción de la condescendencia (ah… no veo cómo puede darse “excesivo cariño” a un ser vivo…).
Mimar, querer, cuidar, responsabilizarte de un perro…, no significa nada que pueda ser perjudicial para él.
Pero si pensamos que el animal no puede hacer las cosas por sí mismo y que necesita la ayuda constante de una persona para todo, entonces se nos está yendo de las manos.
Soy la primera que comprueba el estado físico y mental de mis perras continuamente, asegurándome de que todo permanece en orden, pero les dejo ser, les dejo desarrollarse, vivir, equivocarse… e incluso caerse, hacerse daño, tener problemas que puedan solucionar, aprender a frustrarse y a reponerse… Porque eso es lo que las ayuda a su equilibrio físico y emocional.
Sentimiento de incapacidad en el perro
Cuando un perro busca ayuda (¡y claro que la buscan!) en las personas, y se la ofrecemos continuamente sin que la solución suponga ningún reto para ellos, estamos fomentando que se atrofien capacidades que por el contrario, debería desarrollar.
Y claro que los estados emocionales juegan un papel muy importante y no podemos olvidar el estrés, la excitación y la frustración para evitar que se nos disparen, pero dándoles la ayuda necesaria (y mínima posible) para que lleven a buen término su acción con éxito (a nivel particular, pues a nivel profesional habría que escribir otro artículo sobre los éxitos y fracasos de los animales, cómo ayudan, estimulan o entorpecen el entrenamiento), estaremos favoreciendo su desarrollo.
Al final el perro se ve incapaz de llevar a cabo ejercicios o tareas que para su edad, especie y condición, deberían ser sencillas de realizar.
Sentimiento de imposibilidad en el perro
Y no sólo es que el perro se vea incapacitado para hacerlo, si no que encontraremos casos en los que le resulta imposible hacer cosas por voluntad propia, como bajar unas escaleras o pararse a olfatear una hoja. Y todo esto por la sobreprotección de que no se cuele por los escalones o que no se trague y se asfixie con… una hoja caída en el suelo.
No poder tomar decisiones les convierte en robots o animales grises incapaces de afrontar nuevas situaciones si no es con la guía continua de una persona que se la ofrezca.
Empoderamiento, autoestima y resolución de problemas
Proteger y sobreproteger (en los extremos solemos encontrar los problemas) no son sinónimos, y además en el último caso perjudica enormemente al animal que lo sufre, sea de la especie que sea.
Cuando un perro no tiene capacidad de decidir o la posibilidad, en nada de lo que hace, cuando no tiene cierto control (o piensa que lo tiene) en su día a día, cuando cualquier obstáculo tiene que ser salvado por la “fuerza mágica” de un humano y no puede verse como un ser capaz, tendremos a un perro temeroso (y frecuentemente reactivo) de su entorno y de los estímulos, nuevos o no, que se vaya encontrando por el camino.
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