Sin embargo creo que es un gran error “dispensar” perros sin tener el suficiente conocimiento de las necesidades que pueda tener el animal y la familia. Con una altísima frecuencia, las protectoras cotejan los datos que la familia adoptante indica, comprobando la ubicación, el número de miembros de la familia y sus edades, los metros cuadrados de la casa, etc., pero se olvidan de afinar en el carácter del perro con la forma de vida de la familia.
He visto barbaridades a la hora de recibir perros en adopción, y algunas de las más comunes son grandes diferencias en el tamaño final del perro, actividad del can totalmente opuesta a la de la familia, ya sea por exceso o por defecto o dar en adopción animales cuyas características requieren un mayor entendimiento y manejo de los perros que otros a una familia poco experimentada. Pero hay muchas más… Es común pintar a todos los perros de “cariñosísimo“, “el más bueno de la protectora“, “ideal para cualquier tipo de familia” y cosas similares, cuando en muchos casos es bien conocido por las personas que frecuentamos las protectoras que alguno de esos perros ha matado a otros animales de compañía en el pasado, ha mordido a alguna persona o lo hace con cierta frecuencia o tiene grandes problemas para contener su actividad delante de los niños. Y todos ellos son perros que se merecen una oportunidad, que merecen ser felices y tener una familia que los adore, les enseñe y tenga paciencia con ellos, pero creo poco ético “endosar” un perro que se convertirá en un problema para una familia, e incluso llegará a ser un peligro para otros animales o para otras personas.
La necesidad de sacar perros en adopción que puedan paliar en cierta forma los gastos que éste ha ocasionado y dejar sitio para otro perro que si no ha llegado ya, estará llegando, lleva a las protectoras a cometer grandes errores como esos. Quizá es desconocimiento, lo cual se puede atajar con un mínimo de formación o con la ayuda de entrenadores profesionales que también trabajamos como voluntarios en estos lugares, o es simplemente desesperación, que se ataja recordando que es probable que se esté causando un problema más o menos grave a la familia que, con todo su amor y su necesidad de salvar una vida, acepta llevarse a un perro que no debería.
Aunque hay ciertas excepciones, principalmente de perros de caza como podencos o galgos, no es común encontrar muchos perros de raza en las protectoras, y la gran mayoría son mestizos. Esto dificulta también a las protectoras orientar con fiabilidad sobre las características futuras de un cachorro. También hay que tener en cuenta que todos los perros tienen un pasado que en la gran mayoría de los casos no se sabe cuál es, o no con certeza, lo que hace que cada animal sea único independientemente de la raza o la mezcla que tenga. Sin embargo pasar por alto comportamientos ya contrastados y aún así ver la posibilidad de dejar una plaza libre en vez de redirigir al adoptante hacia el que puede ser “su perro ideal”, no es de recibo. Hay miles y miles de perros esperando una oportunidad, y dar en adopción a un perro que no es apropiado para una familia en concreto, le quita la posibilidad a otro que sí lo es de tener una vida más plena y feliz.
Muchos adoptantes van fijándose en el color o la apariencia del perro, y es aquí donde un responsable de adopciones de la protectora debería explicarles y guiarles hacia el animal correcto. No se puede criminalizar a nadie, pero el desconocimiento que puede tener un adoptante poco iniciado en el mundo del perro no es comparable al perjuicio que puede causar en quien confía para que le acepte la adopción.
La gran labor de estas protectoras podría perfilarse mucho más si se tomara esto más en cuenta. No hablo ni de grandes ni de pequeñas, con o sin renombre, y no doy nombres porque no es una acusación particular. Es más bien una reflexión. Ójala avancemos en este tema y consigamos realmente dar el hogar apropiado a los perros que lo necesitan, y el perro que necesitan las familias que adoptan.