Las vacaciones son una fantástica oportunidad para comenzar a compartir tu vida con un perro adoptado, siempre y cuando el tiempo que tengas lo inviertas casi en exclusiva al recién llegado. Hacer un viaje largo en el coche a la playa o la montaña, cambiarle de aquí para allá sin que tenga claro cuál es su lugar o volverle loco con visitas, prisas o una completa falta de rutina, no le ayudará a sentirse “en casa” ni a sentirse cómodo.
Cuando un perro adoptado llega a su nuevo hogar, es importante tener presente las pautas que indico a continuación, y hacerle así la vida más fácil cuando llegue el momento de dejarle solo en casa.
Acostumbrados al ruido y a la compañía
Por muy preparadas que estén las perreras, es inevitable que los perros que están allí se vean obligados a convivir con ruidos y cierta compañía, principalmente de otros perros, pero también de voluntarios, adoptantes o trabajadores que entran, salen, limpian, cuidan y acompañan a los perretes en su día a día.
Por eso el silencio de una nueva casa a veces, lejos de relajarles, les genera nerviosismo o inseguridad. Conseguir que puedan descansar a solas, con frecuencia lleva tiempo, pues sólo la confianza del día a día permitirá que esto pase. Y generar esa confianza con un perro que no te conoce y que además está en un ambiente completamente distinto del que viene, en el que es posible que no se haya encontrado nunca, no es algo a lo que no haya que prestar atención.
Los primeros días
Incluso si tu nuevo compañero es inseguro y prefiere mantenerse en un rincón o debajo de la cama, es importante que permanezcas a su lado. Dale todo el espacio que necesite, pero no desaparezcas.
Es la confianza en ti y en lo que será su nuevo lugar para vivir lo que le hará ir acercándose.
Con los perros más activos o sociables ocurre exactamente lo mismo. Necesita saber que puede contar contigo y debes convertirte en su referente, por lo que será de gran ayuda que puedas pasar todas las horas posibles a su lado. Si necesitas salir, ¡llévale contigo! Vigila sus posibles miedos e inseguridades, pero continúa haciéndole un hueco a tu lado cada vez que sea posible. Todo le parece extraño, ¡todo es nuevo! Tú deberás ser ese apoyo con el que cuente en cada situación en la que se encuentre.
Tiempo de calma
Crea espacios y momentos de tranquilidad en la casa. El lugar donde duerme será un buen sitio para comenzar a dejarle tranquilo, con algún juguete o huesito que le relaje (¡olvídate de los juguetes que le vuelvan como una moto!)
Poder moverte libremente por la casa sin que una sombra peluda te persiga, será una señal clara de que se va sintiendo seguro y cómodo en el que es ahora su hogar. Esto puede llevar meses, así que prepárate a tener paciencia. Hay maneras de acelerar este proceso, por supuesto, y trabajamos en ello en multitud de visitas a domicilio con nuestros clientes y sus perros, pero un perro que ha estado privado del calor y el cariño de una familia durante una temporada o incluso durante toda su vida, no es habitual que acepte con facilidad que lo puede perder cuando tú te marches. Por lo que la paciencia y la guía profesional serán más que necesarios en esta etapa.
Es conveniente marcar un espacio libre de miedos e inseguridades donde poder dejarle después, cuando llegue el momento de marcharnos y él no pueda acompañarnos. Cambiarle de lugar porque debemos cerrar el salón o el paso a las habitaciones, impidiendo que pueda permanecer en el lugar que hemos estado trabajando para eso, lo único que conseguirá es poner las cosas más difíciles, tanto al perrete como a vosotros.
Solo en casa
Ha llegado el momento de marcharte y de que se quede solo en casa… ¡no lo hagas! Si este es precisamente el momento en el que tienes que volver a tu rutina y dejar al perro durante horas solo, sin haberlo trabajado previamente, lo mejor que puedes hacer es preguntar a algún amigo, familiar o vecino si pueden quedarse a cargo del peludo.
Si el momento de partir un tiempo demasiado largo llega antes de que tu compañero esté preparado, ¡evita dejarle solo!
Si por el contrario es momento de continuar trabajándolo, asegúrate de haberle dado un buen paseo previamente, donde haya podido cubrir sus necesidades fisiológicas y físicas, para estar algo cansado. Prepararle sus juguetes favoritos mejorará la situación (sería estupendo que hiciera un par de días que no los tiene disponibles) y esperar a un rato de tranquilidad para comenzar con la terapia, dejándole solo progresivamente, será el comienzo de un final en el que podrá permanecer en casa sin nerviosismo, estrés, ansiedad… No te olvides de dejar siempre agua a su disposición.
A veces el proceso es largo, como ya he comentado más arriba, y otras veces el perro se acostumbra rápidamente a que la soledad no tiene por qué asustarle. Cada perro tiene un proceso, ¿cuál ha sido el vuestro?