La intoxicación por contacto con la oruga, comúnmente llamada procesionaria, podríamos clasificarla como una patología estacional. Se produce en determinadas épocas del año, desde finales de febrero en las zonas de clima más cálido, hasta el mes de julio en las zonas de clima más frío, y sólo en aquellas zonas donde hay pinos.
Es importante mencionar que el poder urticante de las orugas reside en sus pelos, los cuales tienen una sustancia tóxica llamada taumatopeina, que al contacto con la piel o las mucosas es capaz de producir una gran descarga de histamina, responsable de todas lesiones. Durante mis casi 18 años de profesión solamente he visto casos clínicos en perros, pero lógicamente esta patología puede afectar a gatos, hurones o cualquier animal doméstico.
Los primeros síntomas tras la ingesta
La característica de esta oruga es que camina alineada produciendo unos movimientos muy llamativos para nuestras mascotas, que tratan de jugar con ellas con las patas delanteras, olerlas y morderlas. Si el contacto ha sido con las extremidades anteriores, exclusivamente, el propietario va a notar que su mascota tiene un prurito (picor) en las patas delanteras e intentará mordérselas o lamérselas de forma compulsiva. Como consecuencia de ésta comportamiento se le producirán lesiones en la cavidad oral.
Si el contacto ha sido con la boca, por haber intentado lamerlas o comerlas, el propietario va a notar que su mascota presenta una sialorrea exagerada (babeo). Además, presentará molestias, como si tuviese algo clavado, e intentará tocarse con las extremidades anteriores, esto es debido al dolor intenso que padecerá en toda la lengua y encías. También puede haber habido contacto a nivel ocular, en este supuesto presentará una conjuntivitis muy exagerada, con edema conjuntival e inflamación del párpado.
¿Cómo actuar en los primeros momentos?
Es muy importante tener en cuenta que el ser humano también puede padecer una intoxicación por el contacto con la procesionaria, y no olvidemos que el tóxico se encontrará en los pelos de la mascota, la saliva y la boca, por lo que se deberán de tomar medidas para evitar que el propietario sufra también las mismas consecuencias que su mascota. Si se tienen unos guantes o unos trapos a mano podrían ser útiles para el manejo de su animal.
Es esencial saber que se encontrará con un animal asustado, nervioso, con muchos picores y fuerte dolor que puede llegar a morder. Básicamente, lo que puede hacer el propietario es lavar con abundante agua a su animal, tanto la boca, como los ojos, la nariz y el pelo del mentón, del pecho y de las extremidades anteriores, que son las zonas donde se encontrará la mayor cantidad de sustancia urticante. Es fundamental acudir urgentemente a la consulta veterinaria y nunca hacer vomitar al animal.
Las consecuencias de la procesionaria
Las lesiones más frecuentes son las siguientes, comenzamos desde las más sencillas:
1. Si sólo hay lesión urticante en la piel, no pasará de una dermatitis algo molesta por el picor intenso que va a sufrir. Quizás se produzca alguna infección secundaria.
2. Si la lesión es solamente ocular, presentará conjuntivitis intensa que, si no cursa con úlcera corneal, no dará mayores problemas. En caso de cursar con una úlcera corneal hay que valorar la evolución de la misma, así como su extensión, y profundidad.
3. Si la lesión afecta a la cavidad oral va a producir una glositis (inflamación de la lengua) que en muchos casos va a evolucionar a necrosis de una parte de la misma, la cual puede afectar solamente la punta y en los casos extremos la afección puede ser extenderse por más del 50% de la lengua. También se va a producir un edema sublingual, ambas patologías dificultan la deglución durante unos días.
4. Si la lesión afecta además a la orofaringe (garganta), se va a presentar un edema de glotis más ó menos severo, con la consiguiente dificultad respiratoria, que si no se actúa con rapidez por parte del propietario, puede llegar a provocar la muerte por asfixia.
5. Si hay paso de sustancia urticante a las vías respiratorias, como la tráquea, los bronquios y los pulmones, se puede manifestar un edema de pulmón con fallo respiratorio y el consiguiente fallecimiento del animal.
6. Si el perro ha llegado a comer la oruga pueden presentarse problemas estomacales con vómitos que en algunas ocasiones pueden ser hemorrágicos.
Desgraciadamente, no existen repelentes para estos animales, por lo que la única prevención es estar atentos y evitar los pinares. En caso de sospechar que nuestro perro ha ingerido o ha estado en contacto con la procesionaria, debemos acudir rápidamente al veterinario para que evalúe el alcance de las lesiones y ponga en marcha el tratamiento más adecuado.