Este mamífero es uno de los animales más bellos y que más ha facilitado la vida del hombre durante muchos años. Sus orígenes podemos encontrarlos en América del Norte, donde habitó hace 55 millones de años el eohippus, su antecesor equino.
El eohippus tenía un tamaño que oscilaba entre los 20 y los 40 cm. de altura, con cuatro dedos en las extremidades anteriores y tres en las posteriores. A simple vista era similar a un perro. También se han encontrado restos fósiles de esta especie en Europa.
Su propia evolución le hizo aumentar su altura hasta los 115 cm. y perder sus dedos hasta hacerse monodáctilo, es decir, con un solo dedo. Poco a poco su único dedo se endureció hasta desarrollar pezuñas para poder huir de los depredadores.
Pronto surgirían sus mandíbulas, desarrollándose hasta llegar a la especie denominada equus, de ahí el nombre de equinos, y del que procede toda la familia de los caballos. En realidad esta teoría no está aceptada por la totalidad de la comunidad científica, aunque sí es la más extendida.
La huida a Asia
Las malas condiciones climatológicas y la época glaciar, hicieron que el equus huyera de Norteamérica, cruzara el estrecho de Bering, que separa Asia y América por Rusia y Alaska, y se instalase en las estepas asiáticas. En el Pleistoceno (hace dos millones de años) se puede ubicar la aparición del caballo que existe en la actualidad. Los equinos acabaron por extinguirse en América hasta que los conquistadores españoles exportaron algunas parejas para repoblar Europa.
Uno de los padres genéticos del caballo actual es el caballo de Przewalski, que procede, precisamente de Asia, y que se extendió también por África. Por Europa se extendería un Przewalski de perfil recto y que daría lugar a las diferentes razas europeas de caballos.
En la actualidad sólo existen 300 ejemplares de caballos Przewalski y todos ellos viven en cautividad. Incluso, algunos zoólogos consideran que está completamente extinguido en vida salvaje, y otros, que no existen diferencias apreciables entre los domésticos y los silvestres.
El desarrollo en España
El proceso evolutivo del caballo también daría lugar al asno, aunque de momento no se ha podido determinar el momento exacto de su aparición. El hombre pronto descubrió la valía del mismo como animal doméstico y de carga. El burro andaluz descendería de los équidos africanos y los asnos castellano-leoneses y catalanes, de los caballos asiáticos.
Los romanos fueron una de las civilizaciones que más importancia le concedió a la cría del caballo y, sobre todo, de los mulos, muy útiles para el transporte de mercancías y las tareas agrícolas. De hecho, las siguientes civilizaciones invasoras de la península Ibérica, godos y árabes, llegarían a desarrollar su ganadería hasta convertirla en una industria próspera.
La necesidad de caballos para las batallas de la Reconquista llevó al estancamiento de la cría de mula. Esta actividad acabaría siendo prohibida hasta bien entrado el siglo XIX. En la actualidad, el caballo se ha convertido en la raza equina más popular, en detrimento de mulos y asnos. Los aficionados a la doma y la hípica pueden disfrutar hoy de numerosas razas de caballos de gran belleza, resultado de años y años de evolución.