El proceso interno se produce cuando el animal inhala los antígenos que le van a originar el problema y, posteriormente, se inflaman las vías respiratorias. Generalmente, las sustancias que provocan dicha patología pueden ser de muy diversa índole, entre las que destacan: los ácaros del polvo, el humo del tabaco o de los coches, el polen, los aerosoles, las pulgas y los malos olores.
El principal detonante del cuadro clínico es la tos, aunque existen otros síntomas como los estornudos y la dificultad de respirar. Si observamos que la lengua o las encías adquieren un color azulado deberemos acudir inmediatamente al veterinario, ya que, puede tratarse de un cuadro de cianosis (falta de oxígeno en los tejidos).
El diagnóstico se efectúa mediante diversas radiografías del tórax, para así poder ver el estado de sus pulmones, que pueden verse dañados por algún cuerpo extraño. Dentro de las patologías que pueden manifestar signos de tos nos encontramos con: la presencia de gusanos pulmonares o de vermes cardíacos.
El tratamiento a seguir debe ser indicado por un veterinario, pero suele basarse en combatir los signos clínicos mediante la administración de oxígeno, vacunas o medicación de urgencia. Por ello, es muy importante que el gato que sufra de asma sea medicado durante toda su vida, aunque hay fases en las que no lo necesite.
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