Tomado de 24Horas.cl
Vacas, cobras y monos son considerados sagrados por los hindúes y es normal pensar que su estatuto divino les hace tener una mejor vida en la Tierra. De hecho, parece que la realidad es lo contrario.
El otro día un avión de pasajeros iba a despegar hacia Delhi cuando golpeó un búfalo de agua en la pista.
En la oscuridad de la noche, era imposible ver al pobre animal, que era negro de la cabeza a la cola.
Una semana antes, una ONG defensora de animales salvajes fue llamada para atrapar una serpiente cobra que estaba al acecho en un cajero automático.
No hace falta decir que no logró seducir con sus encantos a los clientes desprevenidos.
Y todo el verano, las quejas de monos entrando a casas y oficinas inundaron las líneas telefónicas de las instituciones.
Quizás porque se les atribuyen poderes mitológicos, estos animales suelen ser abandonados a su suerte.
Pero en un país donde la siempre creciente población sigue invadiendo su hábitat, la fauna de India necesita toda la ayuda posible.
En Delhi se pueden ver monos en los lugares menos pensados.
Los elefantes son un ejemplo. Sin duda, son un ícono de todo lo que es salvaje, majestuoso y colorido en India.
Pero en la actualidad, su situación también ilustra cómo los antiguos conceptos religiosos y nociones culturales están frenando su conservación.
Cualquiera que haya vivido en India sabe lo increíble que es de repente encontrar uno de estos paquidermos en tu vecindario.
Su enorme tamaño es lo primero que llama la atención.
Durante los festivales religiosos además son decorados e invitados a los templos hindúes, donde los devotos los alimentan con kilos de chapattis y dulces.
Los ven como representación del dios Ganesha, que tiene cabeza de elefante.
En parte por esta fascinación, los elefantes son capturados y contratados para eventos. Pero su vida en la cuidad está lejos de ser celestial.
Recientemente, dos elefantes de Delhi fueron golpeados por camiones cuando trataban de aprovechar las bajas temperaturas de la noche para caminar.
Son celebrados en las fiestas y olvidados luego.
El problema es que sus cuidadores escogieron la transitada carretera circunvalar para el paseo. Uno quedó ciego y el otro apenas se mantiene tras el accidente.
Una ONG local llevó los animales heridos a un santuario.
Pero su veterinario me dijo que encuentra muchos elefantes desnutridos y sufriendo en las ciudades.
El problema más común que tienen es que las plantas de sus patas padecen por el asfalto caliente, cristales rotos y clavos. Las lesiones suelen ser muy dolorosas e incluyen abscesos que pueden derivar en cáncer.
En Delhi viven ocho elefantes que trabajan. Seis desaparecieron el año pasado y se supone que murieron.
Y mientras la ciudad no está otorgando más licencias para nuevos elefantes, tampoco provee protección para los que quedan.
El responsable de la fauna salvaje en Delhi admitió que tiene pocos recursos. Su única respuesta, dijo, era conseguir que los dueños se fueran de la ciudad voluntariamente y que se llevaran a los elefantes. Pero no está pasando.
Los elefantes sufren mucho con el asfalto caliente, los cristales y clavos.
Junto al río Yamuna me encontré con Heera, elefante de 50 años que ha sido la principal atracción de fastuosas bodas, cumpleaños y otros festivales religiosos.
Heera solía vivir junto al Yamuna, un contaminado río donde, no obstante, el aire fresco, el espacio y el forraje son más fáciles de conseguir.
Pero hace unos años, la ciudad prohibió que hubiera elefantes en la zona y Heera tuvo que ser llevada a un barrio pobre y superpoblado donde las calles de hormigón apenas son los suficientemente anchas como para que pase.
Se estima que 10.000 micos viven en la capital india y se les acusa de ser
violentos y hasta de causar muertes.
Ahora al río sólo va de visita.
Aunque tiene un microchip y ocasionalmente es chequeada por un inspector, no hay apoyo veterinario.
El dueño de Heera, en el negocio de los elefantes durante generaciones, se niega a dejar la ciudad y cree que el animal es parte de la idiosincrasia de Delhi.
Siente que su devoción y la de otros es todo lo que necesita el elefante. Aparte de kilos de caña de azúcar.
Pero el veterinario que rescató los dos elefantes accidentados por un camión dice que la ciudadanía necesita afrontar la realidad respecto a animales en peligro, aunque sean sagrados.
"Si la gente cree que en Ganesha, tienen la opción de pedir una bendición. ¿Para qué necesitan al animal? Los elefantes no pertenecen a la jungla de concreto", dice.
Seguramente eso es cierto también para los monos, las vacas, las cobras o las jaurías de perros callejeros, todos protegidos por ley pero sufriendo de numerosas infecciones y lesiones.
Las vacas son también sagradas.
Así sean considerados sagrados o profanos, así la ciudad sea su hábitat natural o no, todas esas especies necesitan desesperadamente la ayuda de los humanos.
El nuevo gobierno de India llegó al poder prometiendo priorizar inodoros a templos. Tal vez, de forma similar, deba poner el bienestar de los animales sobre el culto.