Que pasada, fue emocionante la cantidad de olores nuevos y los sustos que me lleve. Vaya primeras vacaciones fuera de casa.
En el mes de junio, mamá me iba sacando mucho en coche y cada vez me pasaba más rato en el, un día me llevo a Castellón, me pareció al principio que nunca iba a parar, no paraba de oler cosas y mamá no se detenía, por fin paro y pude hacer mis cositas en un parque, yo estaba emocionadísima, no paraba de olisquear el mar y al cruzar una puerta resulta que estaba en un náutico que no era el mío. Todo era nuevo para mí, se me acerco un perro lleno de pelo, no le podía ver los ojos era un perro de aguas. Pero resulta que yo aún estaba con el celo y menos mal que llevaba mis braguitas, pero fue más rápida mi madre y no me dejo continuar jugando con él.
El viaje de vuelta, seguía muy excitada, pues fue por otra carretera y no paraba de oler el mar y otros aromas, pero llego a un punto donde todo me iba siendo familiar y cuando paro resulto que estaba en su trabajo, fue emocionante mientras duro el viaje. Me dijo que estaba preparándome para uno más largo.
Y tenía razón, la noche del 5 de julio, vi como mamá preparaba una bolsa, metía mis cosas dentro de ella, cogió mi bolsa de pienso, mi alfombra de viaje, mi bolsa de aseo con todo lo que ella usa para acicalarme, mis platos de comer y de beber, mis braguitas con las compresas y algunos juguetes luego busco las correas y collares y se llevo varios. La verdad que no entendía para que hacia eso, yo estaba muy nerviosa y no paraba de seguirla de un lado a otro, quería entender por qué hacia eso.
Por la mañana habían dos bolsas preparadas una de ellas era la mía y nos montamos en el coche, que desilusión cuando me bajo del coche estaba en casa de mi yaya, pensé que me iba a dejar allí, pero apareció uno de los hermanos de mi madre, el que me llama gremling, entonces bajamos todos al garaje y metieron todas las bolsas en el coche de mi tío y a mí me metió en el maletero era un coche muy grande, el maletero estaba abierto y había una reja, no podía pasar al asiento de mamá, pero ella me podía acariciar y me tranquilizo un poco.
Por fin se sentaron todos y se puso en marcha, caray que emoción ¿A dónde me llevan?
No paraba de mirar por la ventana grande del coche, lo veía todo y olía muchas cosas que no podía identificar, duraba un momento y eso me excitaba cada vez más. Al cabo de un rato muy grande, por fin decidieron parar, ¡caray! ¿Qué lugar es este?, no he estado nunca, me dejaron un ratito suelta para que corriera e hiciera pis, me dieron de beber mientras ellos también se tomaban algo y ale a continuar, al cabo de otro rato también muy largo volvieron a parar e hicimos lo mismo, y otra vez me metieron en el coche, esto me empezaba a aburrir un montón, menos mal que encontré un olor nuevo en ese coche parecía que había estado otro perro en el y empecé a rascar, a lamer la alfombra del coche, sabia a bien, ¡vaya menos mal que me puedo distraer con esto y estuve un ratito jugando con la alfombra de goma!
Vaya que corto se me ha hecho esta vez, el coche vuelve a parar, que bien me toca correr un poco. Y de pronto mi madre empieza como siempre a comportarse como una loca y a chillar, ¡¡Zasssss!! ¡Esto no se hace! (enseñándome la alfombra del coche con la que me había distraído tanto), sin querer la había destrozado a cachitos. Así que me castigo sin correr. Saco mi alfombra y me dio un juguete y ala?. otra vez en marcha.
Al rato empecé a oler el mar, no me lo podía creer, me llevan a la playa, pero paro delante de una casa y me bajaron, me dieron un paseo y me presentaron a un Chauchau, y me dice que me tengo que llevar bien con él y de pronto ese enorme perro se me tiro encima, ¡menudo susto me dio!, es viejo y tiene mucha mala uva, además tiene un olor especial. Se metieron en casa y me ataron, en una terraza llena de plantas, había una bañera gigantesca llena de agua, al otro lado de la bañera había un bicho muy feo que no se movía ¿Me iría a bañar mi madre allí? Hacia muchísima calor y no me daba ninguna confianza ese lugar.
Cuando bajaron, se pusieron alrededor de una mesa, mi madre coloco mis cosas en un rinconcito y por fin tenía mi cubo de agua y mis juguetes, entonces me soltaron para que reconociera el lugar me advirtieron que dentro de la casa no podía entrar estaba Ursus (el perro viejo). Era una terraza grande pero dividida por una puerta, toda la terraza estaba rodeada de plantas y a pesar de las distintas aromas yo olía que Ursus estaba en el otro lado, pero me sentía a salvo mientras no la abrieran.
Al ratito entro el terrible Chauchau y lo primero que hizo fue olisquearme y en vez de intentar montarme (que es lo que hacían todos los machos), va y me da un bocado en mi cadera, me puse a chillar pues me hizo mucho daño, mamá enseguida acudió a ver qué es lo que me había hecho ese bestia, pero no vio nada. A Ursus mi tía lo castigo poniéndole el bozal. Me entere que estaba enfermo, le dolían mucho los huesos, por eso el pobrecito era tan antipático.
Por fin ponen la mesa y llega la hora de la cena, pues tenía un hambre atroz, pero nada me pone mi comida y no me dan de la suya. Menos mal que pude disfrutar de un delicioso postre, me dieron un cacho de sandia, estaba fresquita, pues hacía mucho calor.
La hora del paseo fue increíble, nos fuimos por la playa, pero no me soltaron, paseaban muchos perros y no quería mi madre que se me acercaran. Pude ver el mar, la arena, era una playa muy grande y bonita con jardines y lagos.
Cuando volvimos a casa estuvimos un rato juntos, pero yo no le quitaba ojo a Ursus, me imponía su mal carácter, le molestaba mi visita. Pero se hizo de noche, y todos se fueron me dejaron sólita en la terraza. No podía dormir, pues de vez en cuando había una batalla de ladridos de perros y pensé que eso era normal aquí, así que me uní a ellos, ¡anda lo equivocada que estaba! Bajo mi mamá a reñirme y me obligo a callar.
La mañana trascurrió muy tranquila, tuve mi paseo matutino y disfrute de los jardines de alrededor de la casa. Pude descubrir a mis nocturnos amigos cantores donde vivían y como eran. Los muy tontos no se dieron cuenta de quién era yo, pues a pasa me ladraron todos. Menos mal que están valladas las casas.
Por fin averigüe para que servía la gran bañera, se metieron todos dentro y empezaron a jugar con los balones, pero no me atrevía ir a cogerlo, ¡me excitaba mucho, corría por alrededor de esa bañera, mordisqueaba el agua, pero no me daba confianza, porque a mi mamá le llegaba el agua por el cuello y no me gustaba lo que veía, parecía que estaba muy hondo.
Cuando llego la hora del paseo por la tarde, Ursus se unió al grupo, iba muy lento teníamos que esperarlo, con lo emocionante de este lugar con todos esos aromas nuevos, no quiso continuar cuando llegamos a un pequeño bosque, así que se acabo y tuvimos que regresar a casa.
No dejaban que Ursus estuviera solo con migo (menos mal) se pasaba la mayoría del tiempo en el otro lado de la terraza. Cuando el Ladraba yo también ladraba, pero lo curioso es que abrían la puerta que nos separaban, para observar lo que pasaba y no veas el miedo que me entraba si el pasaba a mi lado de la terraza.
Todas la mañas, tardes y noches eran iguales, aprendí a cazar moscas, (literalmente) habían millones a la hora de comer y de cenar, ¡Era impresionante la cantidad de moscas que mataban los humanos de la casa! Pero al tercer día, a la vuelta de mi paseo matutino, cuando entraba en casa, dejaron a Ursus en su terraza y cuando entre, ¡Menuda paliza me dio! Me mordió, tiro a su ama por los suelos, mi madre cayó encima de ella, vaya desastre, yo que no pare de chillar, llorar y temblar. No entendí porque me ataco de esa manera si soy una hembra encantadora. El resultado fue tres bocados y al rato me salió un bulto en mi cadera derecha. Menos mal que entre las dos me curaron, pero a mí me dolía un poco y mi yaya, me estuvo abrazando doto el día.
Al día siguiente mi tío se le ocurrió cogerme, que bien, el también me quiere y entonces ¡ZAS! Caí a la enorme bañera, ¡Que susto! no me gusto nada y como pude intentaba salir de allí, menos mal que mi mamá se metió y me indico que es lo que tenía que hacer, y pude salir por unas escaleras que había en la bañera. Al ratito mi mamá quiso intentarlo con migo pero uso otro método, me dio más confianza y me pude refrescar y nadar junto a ella.
Al sexto día de estar allí, cuando entrabamos en casa luego del paseo de la tarde, Ursus se volvió me miro fijamente y a pesar que mi madre advirtió, no le dio tiempo a su ama a acortar la correa y me volvió a tacar. Otra vez de curas, pero vi la cara de preocupación de mamá, no le gustaba mis heridas, sobre todo el bulto que iba creciendo.
Al día siguiente vi que mamá bajaba con las maletas, empecé a ponerme muy nerviosa, ¿Qué está pasando? Recogió mis cosas y las metió dentro de la bolsa. Tras muchas caricias y besitos de mi tía me volvieron a meter en el coche y empezó otro larguísimo viaje. Paramos tres veces y comí por el camino, todo volvía a ser distinto y mi emoción y excitación olvide el dolor de mi cadera.
Cuando ya habían pasado casi 6 horas, empezaba a ser todo conocido, los olores, el paisaje i de pronto sé que estaba llegando a casa de la yaya. Guau estoy en casa, ya no tendré miedo de que se abra la puerta de la terraza y podre jugar por dentro de casa. Pero casi no tuve tiempo de disfrutar de la casa de la yaya, mi mamá me recogió y sorpresa en vez de ir a mi casa me llevo al veterinario para curarme las pupas y averiguar el bulto de que era. Me hicieron mucho daño, pero permanecí muy quieta, no tenía ganas ni de comer las chuches que me daban mis amigos de la clínica. Cuando llegue a casa vi mi cuna, caray por fin en casa, en mi cuna me esperaba mi compañero de siempre mi osito y mi corazón, me acurruque a su lado y me quede dormida, soñando con todos los lugares donde estuve. Dormí más de ocho horas seguidas, estaba agotada.