Las razones por las que un perro ingiere excrementos propios o ajenos pueden ser diversas. “Una situación más o menos frecuente es que el perro que come heces sea una cría que no controla esfínteres y teme la reacción de sus dueños”, explica Imanol Sagarzazu, veterinario. Un cachorro que aún no ha aprendido a hacer sus necesidades en el lugar y momento adecuados puede temer la reacción de sus dueños frente a un excremento en un lugar indebido de la casa, y pueden reaccionar con la ingestión de la prueba acusatoria para evitar reprimendas.
Además, a algunos perros les gusta impregnarse con el olor de las heces, tanto propias como ajenas. Esto se debe a que buscan potenciar la comunicación olfativa con otros congéneres a través de las potentes feromonas olfativas presentes en las heces. “Es un perfume que dice ‘soy un perro y huelo a perro’ y a los canes les encanta tener este aroma, por lo que es un comportamiento habitual entre ellos”, comenta Bat.
Los perros menores de un año son los que, de forma más habitual, practican la coprofagia, algo que es poco común en los perros adultos. En otros casos, “la coprofagia puede deberse a problemas de comportamiento, como ansiedad cuando se separan de sus dueños”, añade Sagarzazu.
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PERRO (Photo credit: Wikipedia)
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