Es el último caso de los efectos beneficiosos de los perros, o las mascotas, sobre los seres humanos, a los que ayudan en muchas cosas, y también a mejorar su calidad de vida cuando la genética o la edad se interponen. Todos recordamos imágenes de grupos de personas mayores cuidando perros como terapia para mejorar sus problemas mentales, por ejemplo. Sus efectos beneficiosos están muy estudiados y comprobados, pero ¿por qué casi siempre se utilizan perros de raza labrador para este tipo de caso? ¿Qué tienen los labradores que les hace tan adecuados para ayudar a las personas?
Perseverante: un labrador raza vez abandona su objetivo. Para hacerlo tiene que ser obligado o llegar al convencimiento de que allí no está lo que busca. Esta virtud es la que le convierte en un gran complemento en la búsqueda, por ejemplo, de droga, dinero o de sustancias de todo tipo. No es el olfato su mejor virtud, aunque lo tenga tan poderoso como cualquier can, pero como le dé el tufo, no parará hasta encontrar lo que le llama la atención. De la misma manera, como note que su amo está triste se acercará a él para, a su manera, intentar animarle. Y a su manera significa: dame mimos, acariciamé, diviértete, juega conmigo
Delicadeza, que también puede entenderse como paciencia. El labrador es el perro perfecto para estar con niños porque siempre es condescendiente con ellos. Y, por la misma razón, es el ideal para dejarse atender por personas mayores. Nunca tiene prisa, nunca se impacienta, nunca entiende nada como una agresión. La inteligencia natural de esta raza, que le permite aprender muchos trucos con apenas unos meses de edad -date una vuelta por youtube y lo comprobarás-, provoca que cuando recibe una orden sea incapaz de incumplirla hasta que se le diga que lo haga. Y si le dicen que esté tumbado mientras es ateclado por un grupo de personas, por ejemplo, así estará mientras su dueño no le indique que se levante.
Ausencia de sentido del dominio. El labrador puede ser en ocasiones dominante con otras razas, pero nunca lo es con el ser humano. Es inaudito verle gruñir o ladrar a una persona. Esa ausencia de sentido de la posesión tiene su parte mala, claro, ya que le convierte en un animal poco menos que inútil para la guarda y defensa; pero a cambio otorga la enorme tranquilidad de garantizar que el perro no provocará un altercado ni alterará a los humanos que le rodean.