Muchos perros presentan cierto rechazo al entrar en lugares oscuros o incluso a la hora de salir por la noche a la calle, lo que puede deberse a problemas relacionados con la falta de visión, a que se haya producido alguna situación desagradable en horas de poca luz o a una falta de estimulación cuando era cachorro (este es uno de los motivos por los cuales recomiendo en mis cursos los túneles en los programas de estimulación temprana). También suele ser más habitual que este tipo de miedos se produzcan en perros con problemas oculares, en cachorros y en perros senior.
Por otro lado, no debemos confundir el miedo a ciertos estímulos (que puede acentuarse por la noche y es bastante habitual) con el miedo a la oscuridad (nictofobia), que es algo menos común en los perros.
¿Qué le sucede a mi perro cuando tiene miedo?
Aunque, a priori, identificamos el miedo como una emoción negativa, tener miedo no es malo y es algo natural, es algo que necesitamos para nuestra supervivencia. Sin embargo, este miedo siempre debe estar adaptado a las circunstancias. Cuando tu perro siente miedo, sus niveles de adrenalina, epinefrina y glucosa aumentan para facilitar su reacción frente a una situación de peligro. Esto sucede también en los seres humanos, por lo tanto, será muy fácil que también sean capaces de identificar cuando su familia humana también siente miedo, lo que podría alterar su conducta.
Dicho esto, será fundamental que antes de nada analicemos si el miedo que está sintiendo nuestro perro viene de nuestras emociones, si está adaptado a la situación o si, por el contrario, debemos intervenir para ayudarle a superarlo.
¿Cómo puedo ayudar a mi perro a superar su miedo a la oscuridad? ¡Te dejo 10 Uliconsejos!
Evita traspasarle tus miedos y que se produzca un aprendizaje social, cronificándose la conducta.
Descarta problemas de salud o, si estos están presentes, ponlos en manos de la clínica veterinaria lo antes posible.
No expongas a tu perro de forma continuada al miedo, esto podría aumentar el problema.
Los primeros días planifica los paseos largos en horas en las que todavía haya luz. Reserva las horas de poca luz para realizar solamente paseos higiénicos.
Trabaja mediante refuerzo positivo dentro del hogar, que pase por túneles y que aprenda habilidades o señales que os resulten divertidas y fomenten el vínculo.
Elige una habitación que cuente con un regulador de luz y realiza en ella entrenamientos y ejercicios de enriquecimiento. Poco a poco, vete bajando la intensidad de la luz hasta que trabajéis prácticamente a oscuras.
Traspasa estos ejercicios al exterior, en horas de poca luz (comienza en los atardeceres y, poco a poco, vete introduciéndote en la noche)
¡No quieras hacer todos los ejercicios de golpe! Vete incluyéndolos de uno a uno para provocar emociones positivas en el animal.
Empatiza con tu perro y adáptate a su evolución
Ten paciencia, ellos también necesitan su tiempo
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¡Yo también quiero potenciar la felicidad de mi perro!