Es tan importante que va muy por delante de comenzar a adiestrarle o de intentar que deje de ladrar a las personas o los perros que pasan por delante de la puerta o la ventana. Un buen vínculo conseguirá que tu amigo te siga hasta el fin del mundo, que confíe en ti y que seas su referente para cualquier situación de miedo o incertidumbre, y tejerá contigo una unión que podrás disfrutar como no es fácil imaginar si no se ha tenido antes.
¿Pero cómo podemos hacer que ese vínculo sea fuerte y esté construido correctamente? Aquí te doy algunas pistas:
Cubre sus necesidades
Beber, comer, hacer de vientre y hacer ejercicio, son necesidades básicas que tu perro necesita para sentirse bien. Además, las visitas al veterinario ayudarán a su salud y bienestar. Haz de tu perro un perro sano, que no tenga más cosas en las que pensar que en vivir feliz contigo.
Juega con tu perro
Poca explicación tiene… ¿verdad? Divertirse juntos es la mejor manera de comenzar a generar un vínculo muy especial. Sólo tienes que tener en cuenta tres cosas básicas:
El juego debe ser compartido, es decir, que si tu perro no te busca para jugar, algo deberás cambiar. Tampoco vale que tu compi te traiga la pelota mientras estás contestando unos mensajes y sin a penas levantar la mirada del móvil, lances como un autómata la pelota para que él salga corriendo y de nuevo repita la misma operación una y otra vez. El perro te está usando como lanzador de pelotas, y el vínculo es tan pequeño, que podemos olvidarnos de ello. Si tuviera un lanzador automático ni siquiera iría a pedírtelo a ti…
Haz del juego algo siempre positivo. Elimina de tu cabeza regañarle, corregirle o incluso enfadarte con él (obvio la parte de pegar al perro, ya sea una paliza o un golpecito en el hocico). No estoy diciendo que no haya normas, pero desde luego estas no pasan por hacer del juego algo desagradable. Si no te gusta lo que está haciendo, como por ejemplo morder más fuerte de la cuenta, entonces para el juego. No te harán falta muchas repeticiones para que entienda que no es el camino para seguir divirtiéndose. El juego es diversión, y no debe seguir la secuencia: juego – hace algo que no me gusta – paro el juego – grito o me enfado – el perro se asusta – vuelvo a llamar su atención – el perro juega – juego – hace algo que no me gusta…
Juega a algo que os guste a los dos. Muchas veces la gente no tiene cuidado con esto, y porque a un perro que tenía de pequeño le encantaba jugar a tirar de una cuerda, piensan que a todos los perros les encanta jugar a tirar de una cuerda. Nada más lejos de la realidad. Es más, a un perro le puede encantar tirar de un trozo de tela viejo con sus compañeros del parque, pero no gustarle nada hacerlo contigo. Quizá le encanta pegarse contigo en el suelo pero con tu pareja prefiere jugar al escondite… Esto es importante para saber la predisposición de nuestro amigo a jugar a determinadas cosas. Si no tienes muy claro lo que le gusta, puedes probar varios juegos y fijarte en su reacción: ¿te pide más o está buscando el momento de marcharse?
Sé fiable
Haz que tu perro sepa siempre lo que debe esperar de las mismas situaciones. Reforzarle por que suba a dos patas a las visitas (risas, caricias, saludos eufóricos, juego…) y luego castigarle por hacer exactamente lo mismo otro día, no es buena idea. Si depende de la persona que venga o del momento o situación concreta, prueba a ponerlo bajo una señal, donde el perro pueda estar atento a ti para saber cuál es la manera en la que quieres que se comporte y establecer una relación con confianza. De igual manera, si permites que tu peludo haga sus necesidades en una parte de la casa porque no has podido sacarle (ojo con eso, un perro debería salir al menos tres veces al día de 30-45 minutos cada vez. Si no puedes dárselo, busca la forma de conseguirlo), no es justo ni precisamente bueno para vuestro vínculo que un día lo haga de nuevo y tú le regañes o generes tensión con tu enfado. Si vas a jugar, juega; si vas a darle de comer, dale de comer; si vas a sacarle, sácale. “Timar” al perro tiene consecuencias negativas, salvo que estés siguiendo algún tipo de entrenamiento pautado donde debas hacerlo para conseguir algún fin propuesto.
Conócele, escúchale, siéntele
Conócele: algo fundamental. Tienes delante un ser vivo con sus gustos, sus miedos, sus frustraciones, sus necesidades, su forma de ser en definitiva. Tómate tu tiempo para conocer qué situaciones le hacen bien y qué situaciones le perjudican. Además de sus gustos, puedes aprender sus gestos individuales para comunicarse contigo y con el resto del mundo.
Escúchale: los perros no tienen que hacer lo que nosotros digamos. Ni somos sus dueños ni sus amos. Somos compañeros de vida y nos une mucho amor con ellos. No sería justo decidir qué, cuándo y cómo debe hacer las cosas. La comunicación en un perro es constante, y si te está pidiendo marcharse o que un estímulo desaparezca, ayúdale a que eso ocurra. Si te parece un problema, ya tienes una estupenda razón para comenzar a entrenarle para evitar que esté a disgusto en esas situaciones. Obligar al perro a hacer algo no tiene sentido en la gran mayoría de las veces.
Siéntele: los perros perciben con asombrosa precisión nuestros estados de ánimo, y sin embargo la reciprocidad no suele ser uno de nuestros puntos fuertes. Tienen días más ñoños y días más eufóricos, y saber detectarlo y apoyarle o guiarle a través de esos estados de ánimo, hará que el vínculo sea tan fuerte que sea casi imposible romperlo.
Déjale ser perro
Aunque pueda parecer algo extraño, lo cierto es que no es tan sencillo ver que se lleva a la práctica cuando vamos a los parques o nos encontramos perros por la calle. Olfatear, restregarse en lugares con olores desagradables, morder palos o tirarse a un estanque, son cosas de perros que hacen los perros. Si tu amigo sabe que tendrá la opción de dar rienda suelta a sus gustos más extraños cuando esté contigo, agradecerá tu compañía. La interacción con otros perros también es importante, así que no le obligues a estar con los de su misma especie, pero desde luego no se lo prohíbas.
Haz un poco el perro
Como lo lees. Es verdad que muchas de las cosas que hacemos para “ser un poco perros” tiene que ver con el juego. Eso es fantástico: gruñirle jugando (o sonido similar), jugar al tira y afloja, perseguirle… todo eso es muy perro, ¿verdad? Pero no sólo: ver la tele tumbados los dos juntos o acurrucarte en su camita a la hora de la siesta puede ser una buena idea para sentiros un poquito más cerca. Si tienes dudas puedes observar a perros que convivan juntos y sacar algunas ideas
Recuerda que puedes comenzar a construir un vínculo fuerte y sano en cualquier momento de la vida del peludo, independientemente de su pasado o de su edad. La única diferencia es que deberás trabajar mucho más y con más paciencia si tu perrillo ha tenido malas experiencias anteriores. No desesperes, cada paso que des contará, y tu peludo tomará nota de ello. Si te ves en dificultades, no dudes en preguntarme
¿Se te ocurre alguna otra forma de construir un buen vínculo?