El desenvolvimiento no se logra con el sacrificio de los animales

Por Elsie Carbó

grillosazules@gmail.com

Mucho lo he pensado para adentrarme en este tema que tiene sus adeptos y sus detractores, como todo en este mundo, sin embargo, cuando se habla de leyendas, magias o brujerías la cuestión se torna intensa y los ánimos se caldean como si un volcán fuera a entrar en erupción, pero yo, sin traspasar esa frontera del respeto, quisiera ir a la confrontación para exponer algunos puntos de vista, con los cuales, aquellos que no coincidan, podrían también dar su opinión.

Y voy a empezar por la historia en Cuba de los gatos negros, teniendo en cuenta aquella leyenda, según la cual, Dios le envió a Noé una pareja de gatos, para que acabase con los ratones de su Arca, lo que trajo por consecuencia que este fino animal se haya convertido en un guardaespaldas a tiempo completo contra las plagas en la casa, ya sea negro, rayado o de cualquier color. Y así fue en tiempos remotos y en los actuales también, a pesar de las opiniones divididas y que algunos vean al gato prieto como una desgracia si se cruzase en su camino, y para otros, es una señal de buena suerte muy deseada.

Hasta ahora son solo aspectos conceptuales o de orden filosófico-doméstico, que no afectan para nada la existencia ni del gato ni de las personas que son afines con él, ahora donde se traba el paragua es cuando el animal es utilizado en prácticas criminales, torturas físicas, aberraciones y cualquier otra forma de maltrato o acto de inexistente religiosidad, como los que últimamente se han estado reportando en distintos municipios, donde los gatos, preferiblemente negros, han sido víctimas de individuos sin escrúpulos y antisociales, quienes protegidos por la oscuridad los han utilizado como fetiches en rituales perversos, invocando para ello a dioses ávidos de pedazos de sus cuerpos, como pudieran ser orejas, patas, el rabo o tal vez su propia vida, porque han aparecido crucificados en árboles que siempre han sido símbolos naturales para divinidades del monte.

Mi opinión sobre estos vandalismos y exacerbaciones de la conducta es la condena a este tipo de barbarie en nuestra sociedad que solo se lograría aplicando sanciones y multas, de existir una Ley que vele por los derechos de las animales, teniendo como finalidad eliminar el malestar y los disturbios que este tipo de violencia crea en la población, y pongo de ejemplo las represarías que se originan cuando una familia descubre al autor o los autores del daño infringido a su mascota, conozco casos donde se ha tornado grave el sufrimiento de un niño de diez años que vio morir entre sus brazos a su gato después que un trabajador de comunales le pegó a mansalva con una pala. Hago por eso un llamado a las personas de buena voluntad y amantes de la naturaleza y de sus criaturas para denunciar esta situación y poder frenar de algún modo la bestialidad que ya ha traspasado la vara más de la cuenta, sin que ninguno de estos agresores haya sido multado o encarcelando, aún cuando estos actos hayan sido denunciados por la población.

Tampoco tengo conocimiento alguno sobre la utilización antaño de gatos o perros en los distintos ritos en las religiones en nuestro país, fundamentalmente la yoruba, que desde tiempos remotos ha sido consecuente con sus actos, en los que solo intervienen los animales que ancestralmente han estado predestinados para los sacrificios, aquellos de 4 patas entre otros, como el chivo, o el carnero, con excepción, por supuesto, de terneros o vacas, que ahí sí que el castigo sería de otra dimensión; esto es cierto, sin embargo no puedo dejar de lamentar la lentitud con que los orichas cubanos asumen los cambios en la evolución del mundo, y aún siguen reclamando sangre fresca cuando podrían renovar sus costumbres, tal vez por otras menos terroríficas y que no laceren la espiritualidad de los ciudadanos, como ocurre cuando en la noche un bramido desesperado rompe la tranquilidad de un barrio como el mío en Plaza, y sugeriría que en vez de sangre sería menos dañino dar de beber a esos benévolos santos aquellos magníficos vinos que tenemos de reserva en el país, de cual cosa estarían ellos sumamente agradecidos y cuya sinergia podría ser igual de representativa a las ofrendas que devotamente se hacen para el desarrollo deseado de sus ahijados. Nunca olvidaré al difunto Elpidio Cárdenas, babalao distinguido por sus conocimientos del alma humana, quien refiriéndose a una matanza de animales que con motivo de un santo que se estaba celebrando en Jesús María me dijo que nunca en su casa yo iba a escuchar un berrido más alto que otro porque para ese trabajo había que saber, aclarando que el oficiante para ese ritual tenía antes que aprender mucho hasta graduarse en una ceremonia litúrgica encaminada a ese fin, lo otro son matarifes de última hora, sin experiencia y poseídos de gran ambición monetaria… También recuerdo que le comenté, no sin la pleitesía que le profesaba, que yo ponía en duda que los santos modernos apreciasen mucho el derramamiento de sangre de esos infelices chivitos que, hipotéticamente, se ofrecen para el buen desenvolvimiento de una familia.

Y el tema me da para traer a colación un hecho ocurrido en la clínica de Aniplant, en la calle Príncipe de Centro Habana, donde más de un centenar de personas que previamente habían obtenido su turno para esterilizar a sus mascotas, o consultar al veterinario, debían retirarse al quedar suspendidas las operaciones debido al estrés que producía en el personal del quirófano los chillidos, alaridos o berridos de los animales que iban a sacrificar en un ritual de santería en la casa colindante. Al preguntarle a la propia Nora García, directora de dicha Asociación, me explicó que la situación se ha repetido tantas veces que ellos están en busca de un local con las mismas condiciones que tiene el actual para mudarse, ya que es insostenible trabajar escuchando los gritos de dolor y sufrimiento de los animales, siendo ellos todos proteccionistas cuyo trabajo es salvar las vidas de esas criaturas sin amparo, independientemente de que sean chivos, carneros o pájaros. Lo que me lleva a preguntarme si de existir una Ley que resguarde los derechos de los animales, estarían estos protegidos también o entraría la justicia en contradicción con lo que hasta ahora ha sido visto como normal en la religión?

Para el último párrafo dejo en reserva algo que se repite en textos antiguos o en wikipedia a manera de informaciones o entretenimientos, y es que los gatos negros son considerados desde el inicio de los tiempos como un animal mágico. Por ejemplo, en Egipto se los consideraba animales sagrados ya que estaban relacionados con el culto a una diosa llamada Bastet. En la Inglaterra victoriana se creía que si unos novios recién casados se encontraban con un gato negro, esto simbolizaba prosperidad en el matrimonio. Y los marineros creían que tener un gato a bordo les traería buena suerte. Más aún, sus mujeres solían tener uno en casa, ya que esto parecía asegurar que sus maridos volverían sanos y salvos a sus casas después de la travesía, y mirándolo de este modo, más vale ir corriendo a buscar el gato negro que me toca no vaya a ser que ignorarlo me traiga mala suerte por todo lo que resta de este año.