Tomado de Diario de Navarra.es
Una cría de corzo. www.corzo.info
Recoger una cría de corzo (corcino) en el campo pensando que necesita ayuda es un grave error que puede acabar con su vida: no está abandonada sino que su madre lo oculta como mecanismo de defensa para protegerlo de los depredadores.
Hasta la fecha, alrededor de un millar de corcinos han sido llevados a domicilios particulares o a centros de recuperación, según explicó el presidente de la Asociación del corzo español, Florencio Markina.
El corzo es un cérvido bastante peculiar ya que es el más pequeño de todos los europeos, uno de los pocos ungulados que aún se mantiene en estado silvestre y se caracteriza por ser territorial frente a otros que viven en manadas.
"Las corzas paren dos corcinos en primavera que ocultan a unos cincuenta o sesenta metros durante el primer mes como una estrategia para defenderlos y, de vez en cuando, la madre acude para amamantarlos y lamerlos para quitarles todo tipo de olores; la cría permanece inmóvil prácticamente todo el día", aseguró.
Según este biólogo, "podemos llamar la atención de los depredadores si nos acercamos a la cría" ya que estos pueden permanecer atentos a lo que sucede y provocamos que el corcino sea localizado más fácilmente e incluso es probable que acabe muriendo por el ataque de otros animales.
El lobo, el zorro, el jabalí y algunos mustélidos (familia de mamíferos de pequeño o mediano tamaño tanto terrestres como acuáticos que habitan en todos los continentes, excepto en Australia) son los principales enemigos de los cérvidos.
Estos animales fallecen porque "resulta complicado sacarlos adelante en cautividad y los que logran sobrevivir en un centro o en una casa particular se adaptan al hombre y, por tanto, no se pueden volver a reintroducir en la naturaleza", explicó Markina.
En el caso de los machos, pueden llegar a atacar incluso a las personas con las que se han criado en cautividad porque pierden el miedo al hombre.
Está prohibido tener corzos en otros lugares que no sean silvestres, ya que fuera de su medio no aprenden las tácticas de supervivencia y pueden acabar en condiciones "bastante precarias".
Además, "el corzo es un animal especialmente complicado de criar porque la leche de las madres posee una composición especial que es muy difícil de imitar para amamantarlo y si se desprende de la madre no aprendería qué plantas son las aptas para alimentarse y cuáles no".
El mayor número de este tipo de cérvidos se concentra en la mitad norte y centro de España, pero en los últimos años se han extendido por Extremadura y Castilla-La Mancha y también habitan en las poblaciones de las sierras de Cádiz y Málaga, los lugares más meridionales de toda Europa, con una pluviometría muy parecida a la que existe en el norte.
A pesar de que el corzo es un animal cinegético y puede ser gestionado para mantener a las poblaciones en equilibrio, "en algunos lugares se nos ha ido de las manos", declaró Markina en relación a la sobrepoblación que afecta a estos animales.
En la comunidad castellanoleonesa y en la cantábrica se han detectado enfermedades parasitarias y víricas más elevadas que en condiciones normales y se ha demostrado que los cérvidos han sobrepasado la capacidad de los medios naturales para sostenerlos.
Las hembras de corzo presentan un original ciclo reproductivo denominado diapausa embrionaria, por el que la gestación se prolonga durante todo el año y están preñadas durante ocho o nueve meses porque sus óvulos fecundados quedan en estado latente hasta el invierno.
Hacia diciembre, los embriones se implantan en el útero y comienzan su desarrollo hasta el nacimiento de las crías en abril o mayo, cuando hay una mayor abundancia de vegetación y pueden ser ocultados con más facilidad.