Reforzando las conductas
Me pregunto si hay alguien a quien no le guste que le refuercen lo que hace. Es decir, si alguna persona puede vivir siempre haciendo cosas que sabe que a otros les gustan, pero no recibir a cambio absolutamente nada. ¿Nada? Ni siquiera una palmadita en la espalda… Es probable que si trabajamos sin parar para un proyecto porque sabemos que es necesario para la empresa, y tras mucho esfuerzo hacemos una ejecución espléndida y lo terminamos incluso antes de tiempo, y la persona encargada de supervisarlo y valorarlo no dice absolutamente nada, si no que da por hecho que es lo que teníamos que hacer, es probable que nos moleste, pero incluso que no lleguemos a darle demasiada importancia. Pero, ¿cuántas veces puede pasar esto hasta que la motivación caiga y comencemos a hacer un trabajo mediocre o fuera de tiempo, al no conseguir ningún tipo de recompensa por nuestro esfuerzo? ¿Es que acaso nuestro perro no se mueve precisamente por la motivación? Y esa motivación se mantendrá alta mientras reforcemos adecuadamente sus conductas y comportamientos. Es injusto (e ilógico) suponer que un perro se mantendrá continuamente haciendo una conducta que no le reporta nada, teniendo otras muchas que sí lo hacen como alternativa. Por lo que en el entrenamiento (y en la vida diaria) debemos estar reforzando aquello que queremos que se repita. ¿Siempre? Sigue leyendo…
¿Hay que reforzar siempre cada conducta que nos interesa?
Estaríamos volviéndonos locos, día y noche, sólo centrados en nuestro peludo si eso funcionara así… La respuesta es “no”, pero con sus matices. Lo primero es que un perro es un perro y hay que dejarle ser perro. Obviedad que olvidamos con frecuencia. Así que la mayoría del tiempo tendremos a un peludo que no tiene que estar bajo nuestro control y con el que no tenemos que medir todo lo que hace… ¡sólo hace el perro! El resto de momentos en los que creemos importante que el perro se comporte de una manera determinada, tendremos que construir una respuesta lo suficientemente fuerte como para que se convierta en un hábito, en algo que el perro realice de manera rutinaria.
Cuanto más fiable sea la respuesta a nuestras indicaciones, menos posibilidades habrá de que al no reforzarla, ésta se pierda…
Pero volviendo a lo que hablábamos más arriba, ¿cuántas veces podemos pedir algo al perro sin dar nada a cambio, y seguir esperando una respuesta adecuada?
Las alternativas a la comida
Ya he comentado en un artículo en este mismo blog las posibilidades que puede haber en el refuerzo que damos a nuestros canes. Los perros no basan toda su existencia en comportarse de una manera u otra según haya o no comida, si no que hay cantidad de cosas que les mueven. ¿Cuáles? ¡Investiga!
Cada animal es único y así a algunos les gustará jugar, correr, olfatear, trepar, recibir caricias, estar con otros perros, ir a buscarte… y con otros habrá que comenzar a trabajar en ver qué cosas son las que les motivan. Cualquier cosa que le guste a tu perrete abre una posibilidad para poder reforzarle.
Así que como ves, la comida no es lo único que puedes utilizar en la educación del perro. Dejarle llegar a lo que él quiere después de haber respondido correctamente a una señal, será en ese momento lo más reforzante para él, como por ejemplo restregarse entre las hojas y la hierba o darse un chapuzón en la playa.
El vínculo y la confianza
Maravillosas herramientas para comenzar a trabajar. Es imprescindible que aprendas a crear un buen vínculo con tu perro para tener una base muy sólida que le de la confianza de que contigo, todo es mejor. Nada debe temer el perro a tu lado. Entrenar con un método basado en la confianza y el respeto te llevará a tener un perro siempre dispuesto a atenderte y a responder correctamente a las indicaciones que le des. Recuerda que eso no es gratis… debes mantener esas conductas con más entrenamiento y más refuerzos. Verás que pronto el hecho de interactuar contigo o de poder hacer cosas juntos irá ganando valor.
Como ves la comida es sólo una de las muchas formas que tenemos de conseguir que los perros hagan lo que les pedimos. Es una manera rápida y que la gran mayoría de los casos muy efectiva, pues hace asociar al perro rápidamente el comportamiento que queremos que realice con algo que le gusta.
La comida es el comienzo, pero el resto del camino ¡será tan variado como imaginación tengas!