Una de las mejores experiencias que puede vivir una persona es compartir parte de tu vida junto a un perro.
Krum llegó a nuestras vidas como un regalo de Reyes. Aún recordamos la alegría que sentimos al achucharlo por primera vez. “¡¡Un perro salchicha!!” gritaban los niños al verlo, no hacía otra cosa que lamer a todo el mundo demostrando su cariño.
Había cambiado muchas prioridades que teníamos en nuestro día a día, pero valía la pena llegar a casa y encontrar a un bichito que se moría por verte, y que hacía que se te olvidaran todos los problemas que hubieras tenido en el día. Había llegado la plena alegría a casa, y lo único que deseabas era pasar todo el tiempo con él.
Al principio sus “trastadas” nos parecían incluso graciosas; comerse el tacón de un zapato, abrir la basura y esparcirla por casa, romper su cama… Nosotros pensábamos que el motivo era por ser cachorro, todo el mundo decía: “darle tiempo, ya cambiará”. Pero llegó un momento en que había otras cosas más preocupantes y que no sabíamos como afrontarlas.
Poco a poco fue cambiando su carácter dulce con los perros por uno más agresivo, ni siquiera necesitaba un primer contacto, con sólo oler a otro perro se tiraba a por él, incluso con los que había jugado de pequeño. Perseguía bicis y motos, comía “cacas” de todas las modalidades posibles y cuando paseabas con él parecía que llevabas una manada de lobos de lo que tiraba con sólo 11kg.
Ante esta situación, nos planteamos los servicios de profesionales que nos ayudaran a modificar esos aspectos y así poder tener un perro “normal”. Después de barajar varias opciones, nos encantó la manera en que Rubén y Patricia trabajaban con los peludos. Ante todo, valoramos su sinceridad con nuestro caso, el alto compromiso que nos mostraron desde el principio, la infinita paciencia de enseñarnos a comunicarnos con Krum.
Ver que las enseñanzas están basadas en el adiestramiento en positivo, demuestran el amor y el “feelling” que tienen con los animales.
Sin duda, son una de las mejores decisiones que hemos tomado. Ahora entendemos a nuestro peludo y disfrutamos mucho más con él.”
Laura y Marina nos llamaron porque Krum, un teckeel de un año y medio mostraba agresividad hacia otros perros cuando se cruzaba con ellos y tenía ansiedad en casa.
Lo primero que hicimos fue trabajar la ansiedad por separación que tenía en casa ayudando a establecer una buena relación con Krum aplicando pautas naturales de comportamiento.
Una vez establecida la base, empezamos a trabajar con ejercicios para ayudarle a superar la inseguridad y el miedo que tenía a la hora de cruzarse con un perro. Poco a poco, y con el buen trabajo de Laura y Marina, consiguieron que Krum se relacionase de manera correcta con perros equilibrados en la calle.
Este trabajo requiere mucho tiempo y paciencia, !ánimo chicas! vais por el buen camino y hacéis un trabajo espectacular.
.