Las ponencias y el debate posterior, estuvieron divididas en 3 mesas:
Adiestramiento tradicional: Marcos Sánchez, Pedro Márquez y Teo Mariscal.
Adiestramiento en positivo: Enrique Solís, Sumara Marletta y Nuria Francés.
Adiestramiento evolucionista: Carlos Bueren, Israel González y Rafael de la Gándara.
Posturas encontradas
Con ponentes de tan diversas tendencias, las confrontaciones estuvieron servidas desde el primer turno de palabra, inaugurado por Pedro Márquez y finalizado por Carlos Bueren.
Frente a la defensa del uso del miedo como base motivacional y la firmeza de que llamar al collar eléctrico “collar de castigo” era un eufemismo, defendido por Pedro Márquez, Nuria Francés mantenía su postura de conseguir un 100% de aciertos en el perro para que no hiciera falta tener que hacer nada más, y reforzar cuando el perro ofrezca el comportamiento voluntariamente.
Interesantes aportaciones y puntos de vista como el de Israel González, enfocado en remarcar que el problema no son las herramientas en sí, sino dar la posibilidad a los clientes particulares de utilizarlas, sin tener una formación que garantice un uso adecuado. Motivación, emoción, refuerzo, respeto, comunicación, colaboración… en palabras de Israel, no vale todo para llegar al fin que queremos.
Pronto salieron las alusiones a la radicalización del positivismo con Teo Mariscal, y puntualizaba que incluso en el adiestramiento en positivo se utiliza el castigo positivo, pues dar al perro algo que quiere para reforzarlo y retirarlo después, ya es aversivo para él. Concluyó lanzando la pregunta de si realmente el positivismo no es una estrategia de marketing.
Sumara Marletta basó su intervención en la relación que ha de haber entre niños y perros, y apostaba por la habituación progresiva y la normalización para no tener que forzar al perro y respetar sus tiempos y espacios, sin necesidad de tener que utilizar ninguna técnica que pudiera generarle estrés.
Que el adiestramiento, además de efectivo y realizado de la mejor manera para el perro, tiene que ser efectivo y sujeto a unos tiempos para perros de trabajo, era uno de los argumentos en los que Rafael de la Gandara apoyaba su ponencia. No es el estrés en sí, sino su manejo, lo que puede ser malo para el perro, según Rafael, que concluía apoyando el adiestramiento mixto para reducir y manejar esos niveles de estrés en los perros, que saben en todo momento lo que tienen que hacer.
Mucho énfasis puso Marcos Sánchez en las razas y el tipo de perro con el que se trabaja para determinar así sí las herramientas son adecuadas o no para él, y esto ha de realizarse con sentido común. Es quien sabe utilizar las herramientas como collares eléctricos, de ahorque o de pinchos quien debe tener el conocimiento suficiente para determinar si sirven o no. Marcos mantenía que para enseñar a un perro, siempre se comienza en positivo y es cuando no quieren trabajar cuando le obligas con los métodos tradicionales. Sus reglas, finalizaba, en la naturaleza son mucho más duras que el entrenamiento al que se ven sometidos.
Sin duda interesantes fueron los vídeos que Enrique Solís nos mostró a los asistentes y ponentes sobre las técnicas del afamado Cesar Millán en uno de sus casos y la demostración de cómo aún hoy se maltrata a los perros. Aprovechó para diferenciar entre el positivismo y los adiestradores en positivo, pues el primero se basa únicamente en la ciencia y no tiene en cuenta las emociones, cosa que no ocurre con los adiestradores en positivo.
Muchos mitos se han cernido sobre el adiestramiento en positivo, según nos contaba para finalizar las ponencias Carlos Bueren, y la culpa de ello es el mal uso del clicker trainning, traído para el cliente particular en forma de libro comercial (Karen Pryor) y con ciertas realidades que no han ayudado a la realización de un buen trabajo. Carlos se lamentaba de continuar aún en debates infantiles sobre el adiestramiento en vez de avanzar hacia debates más elaborados, sin modas ni tendencias, sino basándonos en la ciencia y la profesionalidad. Matizó que no quiso participar en este debate en la mesa de adiestramiento en positivo porque no está de acuerdo con esa nomenclatura, pues al perro se le plantean situaciones que no son agradables para él en el entrenamiento y que tiene que aprender a gestionar, y es por tanto un término poco apropiado.
Conclusiones del congreso
Más allá de la polémica y de las líneas marcadas de cada uno, el debate estuvo cargado de puntos y conceptos para reflexionar, de una u otra mesa. Muchos, que por tiempo y espacio me costaría plasmar aquí y, después de todo, lo aprovecho también a modo de invitación para que cualquier persona interesada en escucharlos, se anime a asistir al siguiente congreso
Como bien puso de manifiesto Enrique Solís, hay una tendencia claramente marcada a usar las formas de trabajo que se utilizan en el adiestramiento en positivo. Todos los que estaban sentados en la mesa del adiestramiento tradicional y no sólo, pues también Rafael e Israel, en realidad, hablaban continuamente del mixto, es decir, de utilizar tanto el tradicional como el positivo, pero en ningún caso se habla ya del adiestramiento tradicional puro de hace unos años. A modo de deseo, confió en poder encontrarse pronto en la situación de hablar únicamente de adiestramiento, sin coletillas de tradicional o positivo.
Teo Mariscal concluyó diciendo que era difícil defender “el lado de la verdad”, donde él se sentaba, frente a la facilidad de defender el adiestramiento en positivo comercial y socialmente. A veces, según mantenía Teo, hace falta usar estas herramientas sí o sí, una vez que se avanza en el adiestramiento.
El reto salió de Carlos Bueren, que propuso hacer en otro momento una demostración de de lo que hace cada uno y dejar de hablar una y otra vez de quién tiene la verdad y de quién era el mejor o el mejor método de trabajo. Nadie pareció recoger el guante.
Conclusiones personales
Ha sido complicado permanecer sentada en la misma posición escuchando algunas de las propuestas del sector más tradicional y su justificación del uso de la violencia, en mayor o menor medida, con los perros.
Me queda bastante claro a razón de las respuestas e intervenciones de los ponentes, que quien no se muestra partidario de dejar de usar esas herramientas es simplemente porque no tiene la capacidad o la formación para dejar de hacerlo.
Tras el congreso me quedé un poco tibia con las explicaciones de Sumara y Nuria, helada con Marcos y Pedro, y entusiasmada con la seguridad de seguir los pasos de quien más preparado se mostró para avanzar en el adiestramiento, Carlos Bueren.
Me encantó en cualquier caso el buen ambiente y el respeto que se mostraron a pesar de seguir líneas completamente opuestas.
Satisfecha de haber asistido, muy contenta de vivir de nuevo la pasión que ya me transmitió Israel González en su momento y motivada para continuar aprendiendo del maravilloso mundo del entrenamiento animal.