Por ilustraciones en pergaminos con poemas sobre ellos, sabemos que se parecían mucho a Wong Mau, una gata que fue llevada a San Francisco desde Rangún en 1930 por el Dr. Thompson. Wong Mau se convirtió en la ancestra de todos los Burmeses.
Pero esta no fue la primera vez que se habían visto gatos de color café y ojos amarillos en el occidente. Desde los años 80 del siglo XIX y todavía hasta el año 1935 se conocía a este tipo de gato como Siamés Chocolate en Europa y se cruzaba con gatos Siameses Reales, hoy conocidos simplemente como Siamés.
El Burmés es el gato ideal para una persona que tiene perro o se muda frecuentemente, ya que se adapta fácilmente a otros tipos de animales y también porque es sumamente apegado a sus humanos, mucho más que a su territorio.
Es un gato altamente inteligente, cariñoso y extremadamente leal, de tal forma que se le llama "el perro vuelto gato" o "gato humano", ya que les encanta entablar conversaciones con sus humanos y seguirlos durante todo el día.
Se sabe de casos donde Burmeses han atacado a ladrones o defendido a niños pequeños; también se le puede entrenar a recobrar pelotas e inclusive a caminar con correa. Además, se entretienen "ayudando" con el quehacer de la casa, remodificando el escritorio y sentándose sobre papeles importantes, así como investigando el contenido de clósets, gabinetes y cajas.
Las hembras toman un papel central en la casa, convirtiéndose en verdaderas amas de llaves, exigiendo permisos de salida y entrada a cada ser vivo que pase por la puerta principal, mientras que los machos prefieren supervisar la situación casera desde una cómoda posición acostados cerca de sus humanos.
Nunca se debe de dejar afuera de la casa sin supervisión, porque son muy confiados y no le temen a los coches, pensando que es el medio adecuado para su transportación, pero no que podría ser algún peligro para ellos.
Los hay en colores café, azul, chocolate, lila, rojo, crema, carey foca, carey azul, carey chocolate y carey lila.