Busca una zona canina cerrada, un jardín vallado, o un área segura donde trabajar, y suelta a tu perro. Esconde la comida, juguetes o todo aquello que normalmente uses para atraer su atención (mejor si los dejas directamente en casa).
Déjale que se aleje mientras cuentas hasta cinco, de forma pausada, y llámalo. Puedes usar su nombre, una palabra cariñosa que conozca pero, en ningún caso, puedes usar la palabra mágica TOMA.
Entre los posibles resultados, podemos encontrar:
· Tu perro viene a la primera y se queda contigo pudiendo establecer contacto físico entre ambos de forma inmediata. Estupendo!!!
· Tu perro viene rápidamente, pero evita que lo puedas coger y se va. Es una respuesta a medias…. Viene, si, pero necesitas mejorar el trabajo de llamada para cerrarla de forma adecuada
· Tu perro viene remoloneando y se queda a una distancia prudencial evitando que lo cojas. Plantéate porqué ocurre eso… ¿Quizá cada vez que lo llamas es para terminar el paseo, o para sujetarlo por la correa?
· Tu perro te mira desde lejos pero pasa de volver a tu lado. Directamente, tu perro encuentra más diversión en el entorno, aunque sabe que estás ahí…
· Tu perro, hace caso omiso de tu presencia y palabras y pasa de acudir a la llamada… Algo falla cuando ni siquiera te mira….
Anota el resultado y valora la respuesta de tu perro como un indicador fiable de su grado de compromiso contigo. La llamada ha de ser un punto de conexión entre tú y tu perro Simple, sin artificios, solo entre dos seres sin nada más de por medio que lo contamine.
Si no está funcionando de forma adecuada, debes plantearte qué puede estar fallando y por qué, para poner los medios adecuados bien cambiando cosas en la relación con tu perro o a través de la ayuda de un profesional, que os pueda acompañar en el proceso.