El número de identificación se lee con un aparato especial que tienen los veterinarios, los refugios para animales y a menudo también los clubes de animales de raza e incluso corporaciones policíacas. La identificación por este medio es obligatoria en varios países, aunque los dueños de mascotas deberían hacerlo aunque no lo fuera, ya que facilita localizar a un gato extraviado.
A diferencia de las placas que se colocan en los collares con los datos de la mascota que son fáciles de quitar en caso de robo, los microchips son imposibles de retirar del gato.