Pero la magia, las situaciones que cortan la respiración, los momentos que emocionan y erizan la piel, suelen ocurrir cuando los perros toman bellísimas decisiones y nos regalan el carisma y la sensibilidad por la que en su momento decidimos contar con ellos para este tipo de sesiones.
El entrenamiento de perros de terapia
Es muy importante entrenar ciertos comportamientos de un perro de terapia para que nos acompañe en nuestro trabajo. Siendo así, no podemos dejar que los animales realicen cualquier tipo de ocurrencia que no viene al caso en una sesión, decidan aproximaciones invasivas con personas usuarias que no están preparadas, se dispersen o interesen por objetos cuyo uso puede ser perjudicial para ellos o para las personas alrededor, o tantos y tantos ejemplos que pueden hacer fracasar un programa o una actividad de Intervenciones Asistidas con Animales (IAA).Por otro lado, ejercicios sencillos como llevar o traer objetos, sentarse dentro de un aro o elegir una carta entre varias, por traer sólo algunos de los muchos ejemplos posibles, enriquecen las sesiones y ayudan a las personas usuarias a vincular y motivarse de las actividades que les proponemos. Todos estos ejercicios deben tener una finalidad terapéutica o educativa, y no debemos caer en «el circo por el circo» sin ningún propósito, que además distorsiona habitualmente el trabajo de técnicos y expertos, y descentra de las características, necesidades y cualidades de nuestros compañeros caninos. No hay que olvidar que debemos predicar con el ejemplo, y difundir nuestros conocimientos sobre el bienestar animal allá donde vayamos, y no humanizar a los animales es también parte de nuestro trabajo.
La importancia de escoger la sensibilidad adecuada
Al margen de las habilidades que nuestras compañeras peludas puedan realizar, lo más importante para que una de ellas sea parte de un equipo de Intervenciones Asistidas con Animales es, por supuesto, su carácter y sensibilidad.Siempre hago hincapié de que para cada programa, se necesita una sensibilidad canina determinada, y por ello es necesario no sólo conocer la personalidad de nuestras compañeras, si no tener claro dónde disfrutará y dará lo mejor de sí misma.
Saber sus preferencias y dónde podrá aportar lo que la persona o el grupo necesita, determinará el éxito de la sesión.
Por eso tenemos que ser conscientes de que el entrenamiento es necesario, porque además cuanto más extenso y profesional sea el entrenamiento de un perro de terapia más sencillo le resultará hacer frente a una sesión complicada, y el estrés de la misma se minimizará necesariamente. Pero el entrenamiento no lo es todo.
Llevar a perros tan sumamente controlados que no les dejemos margen para ser ellos mismos, merma considerablemente la repercusión del programa. Su espontaneidad, sus decisiones en base a su sensibilidad y su experiencia, ¡sus equivocaciones!… todo ello forma parte del enriquecimiento de las IAA.
Y entonces… ocurre
Cuando entras en una sesión con plena confianza en el animal que te acompaña y tu compi tiene claro que nada malo e irremediable pasará estando tú cerca, cuando sabes que el trabajo que habéis realizado en conjunto ha sido concienzudo, y que ambos sabéis que tenéis el control de la situación y la comunicación continua para entender el minuto a minuto de la sesión, entonces la magia fluye y te ves trabajando codo con codo con quien, además de ser compi de trabajo, es compi de vida.Es sólo entonces, en plena confianza, cuando tu perro decidirá calmar un llanto violento acercándose tranquilamente, cuando estimulará un puño cerrado por espasticidad metiendo su húmedo hociquillo y dando un lametón, cuando se tumbará panza arriba en vez de seguir la señal de saltar un aro, haciendo un ambiente divertido entre cierta tensión, o robará un juguete de una caja para acercárselo a un niño, conectándole así con la realidad.
Y es que si hemos decidido que nos acompañe y forme parte del equipo, debemos cerciorarnos de que tiene una buena educación y, después, permitir que pueda deleitarnos con su maravillosa forma de ser.