El papel del Mau en la religión, mitología y vida cotidiana de los egipcios indica el grado de afecto y respeto en que eran tenidos estos gatos. Eran adorados como deidades, consentidos como mascotas, protegidos por las leyes y momificados después de su muerte.
Su historia en el continente americano empezó con su importación con la llegada de la princesa rusa exiliada, Natalia Troubetskoy.
El Mau Egipcio tiene la distinción de ser la única raza de gato doméstico que presenta de manera natural un patrón de manchas circulares. Son de temperamento activo y a menudo expresan su felicidad mediante un maullido suave y melodioso, a la par que agitan su cola a gran velocidad mientras que amasa con sus patas delanteras.
Su cuerpo es elegante y presenta manchas circulares de manera azarosa, extremidades y cola anillada, grandes ojos verdes, líneas que forman una máscara, una expresión de preocupación constante en la cara y un andar gracioso como de un cheetah.
El Mau ("mau" es la palabra egipcia para denominar al gato) se presenta en cinco colores: plata, bronce, humo, negro y azul.