Nos presentamos
Nuka llegó a mi vida con cuatro o cinco meses de edad. A pesar de su juventud ya había sido maltratada y posteriormente abandonada.
Al poco tiempo observé dos problemas. Perdía muchísimo pelo y sus cacas no eran nunca solidas sino más bien como mousse, enormes y malolientes.
En un principio su veterinario lo atribuyó al estrés sufrido pero el tiempo pasaba y el problema continuaba. Durante el primer año se le dio medicación y se le cambio el pienso en varias ocasiones. Los piensos de las mejores marcas y con ingredientes supuestamente específicos para su problema no tuvieron ningún éxito.
Así que aprendimos a vivir con ello y nueve años después la cosa continuaba sin cambios. Fue entonces cuando Nuka, que la verdad no había tenido nunca problemas de salud empezó a mostrar síntomas preocupantes. Comenzó a perder peso, bebía más agua de lo normal y parecía muy cansada durante los paseos.
El diagnostico no se hizo esperar, diabetes.
Comenzando a asimilar la situación
Su veterinaria me dio instrucciones que seguí al pie de la letra desde el primer día incluyendo el cambio de pienso a Royal Canin Diabetic que comencé a darle prácticamente al día siguiente del diagnóstico.
Pasados unos meses y aunque su estado era considerado estable ya le habíamos aumentado la dosis de insulina varias veces. Comenzó a subir de peso y aunque siempre ha sido una perra muy comilona y seguía terminando su ración lo hacía sin entusiasmo. Esperaba unos segundos antes de comenzar a comer y lo hacía despacio. Claramente comía para sobrevivir pero no encontraba ningún placer en ello. Disminuimos la ración pero no solo no perdió ni un gramo si no que su peso continúo aumentando. A nivel de comportamiento también comencé a notar cambios. Había perdido la alegría.
Así pues comencé a investigar a fondo el tema de la diabetes en perros en particular el tema de la alimentación. Decidí que si no era posible mejorar su condición al menos tenía que descubrir una dieta que le gustara sin empeorarla.
En seguida se dispararon las alarmas. Todo parecía indicar que el pienso, cualquier pienso, no solo estaba empeorando su condición si no que probablemente era el causante del problema. Y no solo hablamos de diabetes, sino de muchos otros. Cuanto más indagaba en ello más claro lo tenía. Nos estaban vendiendo una mentira y nos la estábamos creyendo a pies juntillas.
Encontramos un nuevo camino
Y así llegue a la dieta barf. Mi alegría inicial se convirtió en preocupación cuando después de horas y horas de búsqueda no conseguía encontrar nada específico para el problema de Nuka. Y entonces cuando ya empezaba a desesperar encontré a Verónica.
Rápidamente me preparó una dieta muy sencilla y con ingredientes que se pueden encontrar en cualquier carnicería. Después de unos pocos días de transición comenzamos con la dieta completa.
Los resultados no se hicieron esperar. A los pocos días Nuka comenzó a perder peso. La necesidad de insulina se redujo a una velocidad pasmosa. Pasamos de 18u a 12u en poquísimo tiempo.
Nuka estaba encantada. Todos los ingredientes incluso la verdura desaparecían de su plato rápidamente y no había más que verla comer para darse cuenta de que estaba disfrutando como nunca. A nivel psicológico hubo un cambio radical. Parecía mucho más animada y contenta. Y eso no era todo. Sus cacas pasaron de enormes, malolientes y blandengues a diminutas, duras y sin olor. Ya no teníamos que salir corriendo después de la comida. Se acabaron las salidas de emergencia de madrugada. Su pelo dejo de caerse. Sus dientes se tornaron más blancos y su aliento dejo de oler mal. Continuó perdiendo peso hasta alcanzar prácticamente su peso ideal.
A día de hoy
Y así continua hasta el día de hoy. Nuka permanece estable.
No hay altibajos. No tenemos que estar ajustando la insulina todo el tiempo.
No ha vuelto a engordar. Sus cacas continúan siendo perfectas.
Sigue sin perder pelo y lo mejor es que ha recuperado la alegría.
Gracias Verónica.
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