Una historia larga.. con final feliz.
Nos presentamos
Hoy os voy a contar mi experiencia con la dieta Barf.
Mera es una chihuahua que, digamos, nunca ha sido amante de los piensos, con 3 meses de edad ya me hacía huelgas de hambre de 3 y 4 días, con el tiempo, y tras probar diferentes marcas y sabores de pienso, la cosa no mejoró, seguía en sus trece de no querer pienso, hasta 3 semanas sin comer nada.
Cuando ella tenía la edad de un añito di con esta dieta, y me encanto pero sabía que tenía que estar preparada para poderla hacer y convencer a mi familia a que me dejaran un trocito de congelador jejeje, mientras me informaba seguía con piensos y las luchas.
El embarazo de Mera
Hasta que un día decidimos que se obrara el milagro de la vida y así fue. Un mes de gestación y 5 días sin comer nada de nada. Preocupada no solo de la salud de los peques, sino por ella, decidí contactar con un amigo que sabía que daba esta dieta desde hace tiempo y encima veterinario. ¿Qué más se podía pedir?
El me aconsejo leerme un libro, que como todos sabéis fue Barf para perros de Verónica Vicent, y entrar en grupos de Barf para perros. El tiempo realmente se me echaba encima, ella tan delicada y sin comer, pero entonces la autora de ese libro que tanto nos marcó me habló y me estuvo ayudando, medimos, comentamos trucos para que comiera mejor la pequeña caprichosa ya que ella prefiere la carne a la fruta jajaja.
A los pocos días empezamos con la dieta blanda para introducirla a esta fantástica dieta. Y ¿cuál fue el resultado? un bol impecable, limpio por dentro y por fuera, ella relamiéndose y encantada de la vida. Poco a poco empezamos a introducir la dieta completa. ¡Incluidos los huesos! Ese temido tema…. Por suerte yo ya había estado en grupos de barf viendo a perros comer huesos. Si es cierto que nunca vi a un perro tan pequeño pero si vi perros de 4 kilos que dije, si él puede, ¡ella también! ¡Y así fue!.
Asombrada me quedé de ver como mi pequeñita de dos kilos y poco era capaz de devorar un hueso sin mi ayuda. Parecía que llevara toda la vida comiendo así. A lo cual me hace pensar que realmente el perro está preparado para esta dieta y no tanto para los piensos. ¡Ella ya no sabía cómo decirme que necesitaba este cambio!
Ahora la veo súper enérgica, aunque en su defensa diré que siempre lo fue, pero más musculada, con más pelo, le creció pelo en zonas donde solo tenia pelusilla. Y no solo eso, le dio las fuerzas que necesitaba para dar a luz ella sola sin mi ayuda y criar a tres preciosidades ella sola.
Tras el parto, tuvimos que ingresar a Mera ya que creíamos que una de las placentas se lo quedó dentro, ella se comió dos de las placentas pero la primera de todas no pude ver si salía o no, fue una difícil decisión. Mi pequeña que nunca se había separado de mi le tocaba hacer noche en un hospital, separada de mí y sobretodo separada de sus bebés. Pero sin duda era lo mejor para ella.
Hable con el veterinario y no me pusieron pegas en poderle llevar sus tomas de Barf, muy apenada me volví a casa con los pequeños, pensando que era lo mejor y que ahora tenía la oportunidad de vivir otro tipo de experiencia, dar biberones. No sabía lo que decía.
La primera noche me enseñó la importancia de una madre y todo lo que ella hace por nosotros. Ahora era mi papel, sustituir momentáneamente a una de ellas, cada dos horas a levantarse a dar biberón, prepararlos, dosificarlos y dárselo a los pequeños. Parece fácil y bonito, pero la verdad es que no lo es. El tacto de la tetina no les gustaba, tuve que cambiarlo por una jeringa de insulina con leche, mejor resultado pero insuficiente. Una vez que has acabado de pelearte con la leche y los bebes, tienes que lavar la zona y procurar que estén calientes, estimularlos el esfínter y volver a la cama para que a los 5 min suene de nuevo el despertador y vuelta a empezar.
Por suerte, al día siguiente cuando iba a llevar la primera toma de barf, después de dejar a los bebés listos en casa, me llaman en el veterinario, mi perra estaba estupenda, corriendo, saltando y revolucionando el patio, muy propio de ella. Me dan la gran noticia que ya me la puedo llevar a casa, con la condición que estén los bebés 3 días sin mamar ya que le tuvieron que poner antibióticos. Yo más contenta que unas castañuelas voy a por ella y la llevo a casa., preocupada que rechazara a los bebés, para nada.
Los 4 volvieron a estar juntos como si nunca se hubieran separado. Algunos pensarán que quizás fuera una tortura volverlos a poner juntos sin que pudieran mamar, yo también lo pensé hasta que vi la cara de mi pequeña por poder abrazar y estar junto a su familia, gracias a ella mi función se redujo en dos, ar biberones y limpiar las mamas de ella para evitar infecciones.
Mi otra preocupación era si volverían a mamar o preferirían el biberón, se resolvió pronto, desde que llego intentaron mamar, quitándole la camiseta y toda protección que intentaba poner, así que mi preocupación se convirtió en que no mamaran esos tres días jajajaja, finalmente el día llegó.
Los peques con bibi, a pesar que me cogían peso me cogían muy poco, como uno o dos gramos, uno de ellos ni cogía peso, cuando Mera volvió a tener todas sus funciones como madre pude observar que me cogían siempre peso y hasta el doble de lo que me cogían con biberones.
Lactancia natural
Durante la lactancia pude observar que los tres bebés crecían a pasos de gigante, no tuve en ningún momento pérdida de peso, ni siquiera el del primer día, siempre cogían más y más peso. A las 3 semanas de vida ya apuntaban maneras de ser unos barferos en toda regla, se iban al bol de su madre y siempre les robaban alguna cosa, y lo comían como auténticos expertos y eso que tenía a uno, Ryuu el más peque de la camada, que no tenía dientes aun, pero masticaba si lo hubiera hecho toda la vida.
Así que decidimos empezar a darles tomas de dieta blanda. Al principio pechuguitas de pollo muy cortaditas y un poco de frutas o verduras, y las cogieron con muchas ganas. No me pasó como muchos que me contaban con la latitas que el perrito se rebozan en ellas, que va estos limpios limpios pero el estómago bien lleno.
A pesar de tener su comida y la leche de la madre siempre han preferido los huesos carnosos así que cuando los vi preparados para los 48 días decidí introducir algunos cuellos de pollo.
Los peques fueron creciendo y cada vez con más gusto con esta alimentación, y la madre cada vez más fuerte y sana, aunque la lactancia la dejaba algo cansada y algo delgada, así que con la ayuda de Verónica le introdujimos algunas grasas más para que no notase tanto el desgaste.
El destete barfero
Con casi 3 meses empezamos el destete, ya que los peques la arañaban y con la humedad de la lactancia empezaban a infectarse las heridas. Así que a base de tortilla de perejil para ella y separada de los peques o bajo vigilancia, conseguimos el destete definitivo en una semana, y gracias a ponerle aloe vera en las heridas y en su comida sus heridas en menos de una semana estaba curadísima.
Además como jugando se arrancaban pelos y tenían algunas clapas, decidimos aumentar la dosis de omega 3. Dimos una vez más a la semana pescado azul y aceite de salmón cuando no tocaba pescado azul y pelo milagrosamente creció super rápido, en una semana no se notaba la falta de pelo.
Todo iba genial, los perretes cada vez más grandes y guapos, Mera cada vez más sana y con más pelazo, el sarro de sus dientes disminuyó, los bebés los dientes impecables, pero empezamos a darnos cuenta que al chiquitín de la manada, Ryuu, le costaba comerse los huesos. le encantaban pero tardaba mucho en comérselos y al final solo se comía la carne que recubre los huesos y no tanto el hueso.
Así que para evitar un desequilibrio en su dieta decidimos darle triturado, y de vez en cuando darle huesos recreativos para roer y carnes sin huesos trozos más enteros sin picar para tener esa sensación de comer entero pero sin miedo a que su dieta no estuviera completa.
Y hasta el día de hoy, disfrutan todos en familia de una dieta natural completa.
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