Que el tiempo pasa rápido es una realidad, y más cuando compartimos nuestras vidas con animales cuya esperanza de vida es muy inferior a la nuestra.
Pero hoy no vengo a desesperarme por intentar que los minutos y las horas sean simplemente más largas… ya hace tiempo que aprendí que lo importante es aprovechar cada uno de ellos porque, ninguno, absolutamente ninguno, se repetirá jamás.
Hoy tengo la necesidad de gritar a los cuatros vientos que la peluda más pequeña de la casa ya cumple la friolera de 8 años. Y de ellos, hemos tenido la suerte de compartir los 5 últimos.
5 años de absoluta lealtad, porque Sasha siempre está. Da igual lo que ocurra o los estímulos de alrededor. Mi pequeña siempre observa desde el silencio, acompañándonos a cada paso.
5 años de ocurrencias, locuras pasajeras, espontaneidad... Maravillosos momentos que la hacen simplemente ser quien es.
5 años en los que no han sido más de un puñado de veces en las que la he visto dejar de mover el rabo, da igual con quien o por qué. Y muy a mi pesar no puedo decir que sea la perra más feliz que conozco, pues también lleva 5 años guardando algún que otro secreto que de vez en cuando me susurra parcialmente al oído, con una sensibilidad que hiela la sangre, pero siempre, siempre, siempre pone su mejor sonrisa ante cualquier situación.
Casi 5 años acompañándome, esta vez sí, MUY FELIZ, a las Intervenciones Asistidas con Animales con personas con autismo, programas de salud mental, daño o parálisis cerebral, adolescentes en riesgo, y un largo etcétera, sacando sonrisas y erizando la piel de cualquiera que haya tenido el honor de observar.
5 años gestionando nuestros cambios familiares,a pesar de su rigidez, apoyando nuestras decisiones y velando por todos. 5 años intentando entender el comportamiento canino, pues a la vista estuvo que cuando llegó a la familia, a los 3 años, no tenía las habilidades necesarias para desarrollarse plenamente en casi ningún ambiente con perros, ni en otras situaciones habituales.
5 años de un amor tan puro que apenas puedo escribir sin emocionarme, enseñándonos, aprendiendo, caminando a la par.
Así que, imposible no escribir hoy sobre ella, en su día por ser su día, pero quien me conoce bien sabe no ha llegado el momento de cansarme de hablar de Sasha, de ninguna de mis chicas, ya tenga pelos o alas.
Felicidades mi eterna protectora, mi eterna juvenil, mi eterno amor.
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