Mi perro le ladra a todo
¿Sientes que tu perro va en alerta durante el paseo?
¿Alguna vez has sentido que la gente os mira cuando ladra y salta de forma incontrolada?
¿Salís a horas intempestivas o en las que sabes que no os encontraréis con otras personas o perros? Si has respondido afirmativamente a alguna de las preguntas anteriores, probablemente compartas tu vida con un perro con comportamientos reactivos. Pero cuidado, porque aunque esto puede convertirse en una situación muy frustrante, no debe confundirse con un perro que sufre comportamientos agresivos, ya que estos no tienen por qué ir unidos.
Que tu perro salte o ladre no quiere decir que vaya a atacar, ya que eso dependerá del individuo.
Aunque las causas son muy variables, la raíz de esta situación suele ser una incorrecta gestión del estrés por parte del animal lo que, en muchos casos, va acompañado de miedos que retroalimentan esos comportamientos nerviosos. Es decir, existe una carga genética que provoca que tu perro vea el mundo de una forma determinada, pero otras causas como pueden ser el miedo, el manejo inadecuado de correa o los problemas de salud, podrían empeorar la situación.
En la mayoría de las ocasiones, cuando el perro ladra y salta, lo único que intenta es alejar el estímulo que lo incomoda, pero cuando esto se junta con una impulsividad que ni él mismo controla, tenemos una bomba de relojería que se traduce en altos niveles de frustración tanto para el perro como para su familia.
El resultado, en muchas ocasiones, es que la propia desconfianza intrafamiliar hace que los paseos pierdan calidad, ya que se tiende a tensar y a reducir la largura de la correa y a fomentar el problema alertando al animal.
Cómo ayudar a mi perro a gestionar su estrés
Si estás experimentando este tipo de situaciones, habrás escuchado que uno de los platos fuertes es la reducción de estrés, así como ayudarle al perro a confiar en sí mismo ¿pero es esto posible? ¿cómo le explico a mi perro que tiene que tranquilizarse y aumentar su autoestima?
Por suerte, desde que la educación canina en positivo ha cogido fuerza, tenemos muchas herramientas a nuestra mano, aunque si estas se utilizan de forma inadecuada también pueden generar el efecto contrario.
Veamos a continuación las más habituales:
Juguetes rellenos de comida tipo Kong para estimular su mente
Masticables naturales que fomentan la masticación para ayudarle a reducir el estrés
Alfombras tipo Lickimat para fomentar el lamido y liberar endorfinas
Circuitos de olfato durante los paseos
Retos y circuitos de Propiocepción Pero… ¿qué pasa si a un perro que convive con una mezcla de comportamientos reactivos y agresivos con los alimentos le ofrecemos un juguete relleno de comida? ¿podría ocultarlo en cualquier lugar del hogar? ¿podría protegerlo y llegar a atacarnos sin que nos diéramos cuenta?
¿Y si a un perro con una baja autoestima le planteamos retos o circuitos de propiocepción para los que no está preparado?
Pero no nos alarmemos, aunque seleccionar las herramientas y decidir cómo las utilizamos con nuestro compañero canino no es tarea fácil, podremos iniciar el trabajo con propuestas más simples como son los circuitos de olfato o retos muy básicos de propiocepción ¡ya habrá tiempo de desarrollarlos! lo importante es ir analizando y trabajando de forma progresiva y segura (ya sabes lo que dicen por ahí, las cosas de palacio, van despacio).
Cómo confiar en mi perro si sufre comportamientos reactivos
Si llevas semanas, o incluso meses, experimentando esta situación, lo más probable es que hayas dejado de confiar en tu perro porque consideras que este es impredecible. De hecho, es probable que ya lo hayas etiquetado de impulsivo y pienses que siempre y en cualquier momento podría actuar así, lo que te hará anticiparte de forma negativa a cualquier evento o situación que se os presente.
Esto hará, con total probabilidad, que vuestra relación se debilite y que el vínculo comience a romperse. Por lo tanto, el perro sentirá que cuando aparece ese estímulo que le saca de las casillas y le aterroriza, está solo y su seguridad pende de un hilo o, lo que es lo mismo, de una correa que va unida a una persona en la que no confía y, por lo tanto, duda de que pueda protegerle.
Anticiparse para ayudar a nuestro perro es bueno, pero puede ser devastador si lo hacemos con miedo y de forma errónea.
Dicho esto, analiza y fomenta vuestro vínculo, confía de nuevo en tu perro y devuélvele la confianza en ti. Tu perro necesita que le des una oportunidad y que le enseñes otra forma de gestionar esa situación:
¿Y si la próxima vez que aparezca el estímulo ganamos distancia y practicamos alguna habilidad?
¿Y si hacemos algún ejercicio que le incite a la calma?
¿Sabemos cuál es la distancia a la que nuestro perro se siente cómodo y confiado?
¿Somos capaces de detectar en qué momento y frente a qué estímulos concretos se detona esa conducta? En la mayoría de los casos, si tenemos el ojo bien entrenado y si conocemos las señales que emite nuestro animal cuando comienza a sentirse intranquilo, podremos anticiparnos de forma positiva a la situación y crear una alternativa que nos permita enseñarle a gestionar esos momentos de una forma totalmente distinta y, todo sea dicho, también a descubrir cómo gestionarlos nosotras mismas.
El cambio requiere de un esfuerzo por parte de nuestro perro, pero también conlleva un cambio en nosotras.
Paseos de calidad y perros con comportamientos reactivos
Un perro siempre necesita disfrutar de un paseo de calidad para mejorar el vínculo con su familia y para reducir el estrés que haya podido acumular durante el día, para estimular su olfato, relacionarse con otros compañeros caninos pero ¿qué pasa si no obtiene ninguno de esos resultados y encima va continuamente en alerta pensando que, en cualquier momento, aparecerá un monstruo que os atacará durante el paseo?
Necesitamos crear paseos de calidad, utilizar material adecuado, aprender a relajarnos durante el paseo y a eliminar la idea de sacar al perro solamente tres veces al día para hacer pis y llegar del punto A al punto B.
Los perros son nuestros compañeros de vida ¿por qué no disfrutar de estos momentos?
En el caso de perros con comportamientos reactivos, antes de comenzar a trabajar con los estímulos, yo siempre recomiendo:
Tomarnos entre una semana y dos de relax para pasear por zonas en las que no existe nada que pueda alterarlo
Aprender a manejar la correa
Potenciar el olfateo y las señales de comunicación que emita nuestro compañero canino
Mejorar el vínculo Esto nos ayudará a reducir el estrés y a crear comandos que luego nos resultarán de utilidad cuando empecemos a realizar el trabajo de desensibilización y acercamiento al estímulo que provoca el comportamiento reactivo.
Por último, reserva un día a la semana para descubrir zonas nuevas que no conlleven un peligro para el equilibrio de tu compañero canino, eso le ayudará a fomentar su seguridad.
Entender, empatizar y ayudar a tu perro es más fácil de lo que parece pero, además, eso también significa ayudarte a ti.
Si quieres saber más, no te pierdas mi charla con Juan Revilla, de Juan Revilla Dog Training y con Mamen Muñoz, de Bivet.