Hoy, nos centramos en el baño de los perros para refrescarse y, ¿por qué no? disfrutar del agua si se tercia. ¿Empezamos?
Ni se te ocurra obligar
No puedo comenzar este artículo sin hablar del error que cometerás si obligas a tu perrete a meterse al agua, por muy poco profunda que esté la piscina, el río, el embalse… Es posible que las cosas salgan bien y tu perra todoterreno descubra, después del susto, lo divertida que puede ser una vida acuática; aún así, ¿por qué llevarse ese primer disgusto?Claro que… también puede ocurrir que tengas un perro que, quizá, hubiera disfrutado mucho salpicando a diestro y siniestro a lo largo de su vida, y te hayas cargado su carrera nadadora en el mismo momento que pisó el agua, al ser empujado, tirado por sorpresa, salpicado sin su consentimiento… por poner algunos ejemplos.
Así que, paciencia. Hoy vamos a dar los pasos para una buena socialización el con el mundo marino (bueno, una piscinita también nos vale).
Pasos para meter a un perro en la piscina
Compra una piscina
Parece una obviedad, pero lo cierto es que elegirla no es baladí. La altura de la piscina no debería ser superior al tamaño de sus patas, para que pudiera entrar y salir con facilidad. Además, el material debe ser resistente para uñas de los perros y no debes tener demasiado apego a ella… por lo que pueda pasar.
Mientras la colocas en el sitio maravilloso de recreo acuático futuro, permite que se acerque, y ve reforzando cualquier interacción de calma con la piscina. Perros muy inseguros o miedosos, necesitarán más tiempo. Perros muy excitables, tendrán que tener algo más de autocontrol para que no muerdan y pinchen la piscina, o «inventen» juegos alternativos.
Llena dos o tres dedos de agua la piscina, lo justo para que pueda tener la sensación al entrar, pero no le suponga un problema.
Con comida (o juego si lo tiene, pero prefiero que sea algo donde pueda tener controladas sus emociones), incítale a acercarse. Puedes poner uno de los lados de la piscina más bajo, como hemos hecho en el vídeo, para que pueda entrar con facilidad.
Ten paciencia, y no te preocupes si se marcha a otro lado. Tú aguanta.
Ten paciencia, y no hace falta que estés todo el rato indicando dónde está la comida: tiene olfato y si se aleja será para «tomar un descanso» y gestionar la situación.
Ten paciencia, y mantén la comida en lugares fáciles, sin «timar» a la perra cuando se acerca para ponérselo «un poquito más difícil». Si lo coge con rapidez, ¡fantástico! la próxima vez puedes apliar un poco la dificultad.
Cuando va más decidido, puedes tirar la comida dentro de la piscina (normalmente flotará, y si no, busca una que flote para que sea más sencilla de coger).
Ten paciencia, y deja que el ritmo lo marque ella.
Cuando se meta… ¡silencio! No se te ocurra hacer una fiesta. Observa, disfrútalo, y mantén la serenidad.
Recuerda que tan importante es hacerle saber que puede meterse, como hacerle entender que es facilísimo salir. Permite que salga cuando quiera, déjale descansar y vuelve a convencerle para que se meta. Si no lo hace, vuelve unos pasos para atrás para fortalecer sus ganas de hacerlo.
¿Qué te parece la guía? ¿Has podido convencer a tu perrete para que se meta al agua sin miedo?