Tomado de ABC.es
Según la leyenda, los gemelos Rómulo y Remo fueron amamantados y criados por la loba Luperca antes de que el primero fundase la ciudad de Roma. También son los lobos quienes se encargan del pequeño Mowgli en «El libro de la selva», la colección de cuentos de Rudyard Kipling. La bondad de los animales salvajes en estas famosas historias resulta enternecedora, pero siendo realistas parece imposible creer que un lobo pueda hacer con un bebé otra cosa que zampárselo. Pero tal y como venimos demostrando más de una vez en esta sección, la realidad supera a la ficción para dejarnos boquiabiertos.
En el blog MNN hablan de varios casos de lo que se conoce como «niños ferales». El más famoso de ellos es Víctor de Aveyron, inmortalizado por el cineasta francés François Truffaut en la película «El pequeño salvaje». Apareció en los bosques próximos a los Pirineos en los últimos años del siglo XVIII, totalmente desnudo, sucio y con la piel cubierta de cicatrices. Víctor fue objeto de numerosos estudios, pero casi treinta años en compañía de otras personas no alcanzaron para determinar su origen, ni siquiera para modificar de manera considerable su comportamiento animal.
Tristemente, en ocasiones no es preciso que los niños vivan en la selva para que acaben encontrando una familia de adopción en los animales. Eso fue lo que ocurrió con Madina, una pequeña de nacionalidad rusa olvidada y despreciada por su madre alcohólica. Los servicios sociales dieron con ella en 2009, cuando apenas tenía tres años. Caminaba a cuatro patas y trataba de comunicarse con ladridos: el rechazo de su progenitora había provocado que Madina se refugiase en el cariño de los perros que vivían en su casa. Por fortuna, su salud física y mental era relativamente buena y ha podido emprender una nueva vida.
En Uganda encontramos otro caso moderno, el de John Ssebunya, nacido en Kabonge a mediados de los ochenta. Según una de las versiones sobre su origen, con tres años huyó a la selva tras presenciar cómo su padre asesinaba brutalmente a su madre. Durante los tres años siguientes vivió con una colonia de monos, hasta ser descubierto y rescatado por los habitantes de un pueblo cercano. Tras rehabilitarse en un orfanato, John ha demostrado unas sorprendentes dotes para cantar, integrándose en un coro que llegó a realizar una gira por Inglaterra.
Empezamos con lobos y terminamos con lobos. En San Felipe, México, todavía se cuenta la historia de una niña salvaje capturada a mediados del siglo XIX, tras ser avistada cazando cabras en compañía de una manada de estos cánidos. Según el relato, los animales acudieron a su rescate a las pocas horas, atraídos por los incesantes aullidos de su compañera. Obviamente, es imposible contrastar la veracidad de este caso. De lo que no nos cabe la menor duda es de que, antes o después, volveremos a escuchar hablar de algún nuevo heredero de Rómulo y Remo.