Año 2022 y tenemos que estar hablando de esto aún… Así que allá vamos a darte 5 argumentos para que puedas explicarles a tus hijas e hijos por qué los animales no se piden a los Reyes Magos.
Tampoco son regalos de Navidad ni regalos de cumpleaños. Los animales no son un juguete, y la responsabilidad será tuya, no de tus hijos (por mucho contrato de compromiso que quiera firmas con ellos previamente…)
1. No son juguetes
Clara y concisa. Tener un animal en casa no es un juguete más, que te llevas a casa del abuelo o compartes con tus amigas a la salida del colegio. No podemos dejarle en casa cuando nos hemos cansado de jugar o meterle en un armario si rompe nuestros otros juegos favoritos. No es, en definitiva, algo de lo que olvidarnos cuando ya nos cansamos de ello. Ni siquiera con el compromiso de en otro momento juego con la perra.Y aquí va una observación para mamás y papás: peques de menos de 12 años tienen intereses variables, y sus gustos cambian según van descubriendo la vida. ¡Eso es, además, lo deseable! Su capacidad de atención y compromiso, es muy limitada. ¿No te ha ocurrido nunca que dejan de prestarle atención a una muñeca con la que han estado toda su vida jugando? Quizá esa larga vida sea de 2 ó 3 años… ¡Y ya será un logro! Pero un perrete vive una media de 12-15 años. ¿Te imagina los gustos y necesidades de tu peque dentro de 7-8 años?
2. Necesitan compromiso
Y un/a peque no puede comprometerse más allá de 2 ó 3 horas, ¡si tienes suerte! Y es que con frecuencia vemos crecer a hijas, sobrinos o nietas y pensamos que sus capacidades son mucho mayores de lo que realmente su cerebro es capaz de dar de sí. Cierta falta de conocimiento y falta de empatía adulta también, que en este caso ensalza unas características que son puntuales, irreales o cambiantes.El compromiso que se adquiere con un animal cuando forma parte de nuestra familia, es ese: que forme parte de nuestra familia. Es triste, duro de asimilar y amargamente lamentable cuando ese compromiso se rompe, y tenemos que explicar a los/as niños/as (o peor, ni siquiera darles una explicación), por qué abandonamos a quien ha sido uno/a más de la familia. Protectora, centro municipal, casa de unos amigos, o cualquier otra opción desgarradora. Ese aprendizaje a edades tempranas, es muy significativo para un/a niño/a. Es tremendo, injusto y con frecuencia, aterrador.
Por eso el compromiso nunca puede ser dejado en los hombros de quien no puede comprometerse con la vida. Cargar con la culpa de no haber sabido cuidar de un animal, de un/a amigo/a, hace mella.
Mamás, papás y tutoras/es: se puede trabajar la adquisición de compromisos con una persona de corta edad, y hacerlo con un animal. ¡Pero no caigáis en la trampa de pensar que el compromiso es real! Como forma de trabajo, es realmente estupenda. Como realidad, la única que existe es que el compromiso, sólo puede adquirirlo quien tiene la capacidad de hacerlo. Es decir, tú como persona adulta y capaz.
3. Requieren cuidados más o menos complejos
Salidas a la calle en días, horas y momentos no adecuados para los peques.
Cuidados y gastos veterinarios, con fechas y tiempos concretos.
Estimulación ambiental, cuidados físicos, mentales y emocionales.
Nutrición adecuada, equilibrada y adaptada a sus necesidades. Y tantas otras cosas… Es conmovedor ver cómo tu hija/o se involucra en los cuidados, aprende junto a ti y se interesa por el bienestar de vuestro/a compi animal. Pero ese es precisamente su rol. Estar a tu lado motivado por cuidar cada vez mejor de su perro, su gata, su cobaya… La tuya, es velar porque esos cuidados se lleven a cabo.
4. Responsabilidad adulta
Siempre subrayamos: la supervisión de un animal con los niños/as debe ser continua. A veces por experimentación, por frustración, por accidente o incluso por error, pueden ocurrir situaciones que ni el animal ni el niño deben vivir. Para esos momentos, debes saber bien qué ha ocurrido y cómo ayudar a alguna de las dos, o a las dos, a reponerse de esa situación. Esto te da una idea de que la responsabilidad de un ser vivo, nunca puede correr a cargo de alguien que aún no tiene responsabilidad sobre sí mismo.El egoísmo de los niños es fundamental para su desarrollo y crecimiento, y juega un papel importante en su vida. Más adelante desarrollará otras herramientas para vivir su vida con plenitud. Sin embargo, cuando tienen corta edad, necesitan enfocar todos sus esfuerzos en ellos mismos. Claro que la empatía se puede enseñar y se va desarrollando con los años, pero hasta las 6 primaveras no empezarán a tenerla tal como la conocemos.
La plena responsabilidad deberíamos pedirla alrededor de los 12 años, y sin embargo estárán ya llamando a las puertas de la pubertad. Es decir, para cuando podemos exigir esa responsabilidad hacia el animal, sus hormonas se encargarán de que todo cambie. Será fantástico insistir en esa responsabilidad adquirida, pero no te engañes, la responsabilidad última siempre será tuya o de una persona adulta y responsable.
5. Alternativas a tener un/a perro/a en casa
Si no tienes clara tu implicación al 100% para compartir tu vida con un perrete en casa, éste es sin duda mi argumento favorito. ¡No convivas con un perro, pero dale la posibilidad a tu hija de aprender sobre sus cuidados! Ve preparando el terreno para cuando llegue el gran momento. Hay tantas cosas que aprender, que el tiempo pasará rápido.Protectoras, Centros de Protección Animal: casi siempre en búsqueda de voluntariado, tendrán la posibilidad de aprender de sus cuidados, valorar diferentes tipos de perretes y determinar sus propios gustos y preferencias, Desde la limpieza e higiene hasta paseos para aliviar las largas horas en confinamiento; el amor que darán y recibirán de estos animales será beneficioso en todas direcciones. Si no pueden adoptar aún, habrán ayudado a la persona que decida hacerlo.
Casa de acogida: Además, en muchos de estos centros os darán la posibilidad de que tengáis a algún perrete o gatete en casa hasta que le puedan adoptar. ¿Querías valorar su responsabilidad y compromiso (y el tuyo como persona adulta)? ¡Pues esta es una gran ocasión. Aliviarás probablemente la sobrecarga con la que suelen contar, podrás vivir el día a día y darles el cariño que tanto les falta cuando te marchas de la protectora… hasta el próximo día.
Perros de familiares o conocidos: una gran alternativa: pasar unos días cuidando del animal y viviendo de primera mano lo que es tenerlo en casa. Fantástico para valorar el punto en el que estáis y el compromiso familiar. Ayudarás seguro a la familia del animalillo que se irá tranquila, facilitarás la adaptación del animal a la situación de separación y darás conciencia de las necesidades que tiene el perro u otro animal a tu peque.
Parques, programas con perros: y claro está, en casi todos los parques hay perretes. Para otros animales, también están las casas de amigos y conocidos que pueden ser la excusa perfecta para una visita de vez en cuando. Tener ese contacto con perros puede ser saciante y enriquecedor, en cualquier caso. Exponer a peques a animales bien socializados y equilibrados, es siempre una experiencia gratiicante. Es una buena solución si el resto no se pueden llevar a cabo. Existen también programas con perros tanto de actividades extraescolares, como de diferentes actividades de Educación Asistida con Animales, que permites un contacto seguro, activo y de gran aprendizaje. The post Díselo a tus hijos: los animales no son un juguete de Navidad appeared first on Sentido Animal.